Procne Noktumbra
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Información del personaje | |
Servidor | Los Errantes |
Apodo | Fénix de Sangre |
Género | Femenino |
Raza | Mestiza |
Clase | Hechicera |
Alineamiento | Caótico-Bueno |
Ocupación | Miembro del Triunvirato de El Sigilo, Piromante e Ingeniera Atracasol |
Lugar de nacimiento | Quel'Thalas |
Residencia | Canción Eterna |
Afiliación | La Horda, Los Atracasol, El Relicario, El Sigilo |
Estado | Viva |
Trasfondo[]
Investigar el pasado de Procne resulta una tarea agotadora y a menudo desagradecida por sus escasas recompensas, si bien a base de persistencia, buenos contactos y la ayuda de algún que otro golpe de suerte podría darse con más de un dato de interés. Llama la atención la cantidad de sucesos en los que ha estado involucrada, así como la variedad de sus compañías, tan diferentes entre sí y con frecuencia rodeadas de polémica, que hacen dudar a unos cuantos sobre en qué lado de la balanza ha posicionado sus valores realmente.
Orígenes:[]
La escasez de información se debe a dos factores, uno de ellos libre a su control; como suele ser el caso de muchos mestizos, bucear en sus orígenes es adentrarse en aguas demasiado profundas y turbulentas.
Conoció muy poco de su padre a pesar de que su infancia transcurrió junto a él, y aun menos de su madre, de la que ignora su paradero hoy día. El primero, lo que en algunas partes se conoce vulgarmente como cuarterón -tres partes de su sangre pertenecen a una raza, mientras que la restante a otra, lo que quiere decir, en su caso particular, que uno de sus progenitores era un semielfo-, abandonó secretamente el hogar que había formado con su compañera, llevándose a Procne cuando ésta apenas tenía dos años. La impureza de su sangre haría que su vida acabase mucho antes que la de la longeva elfa, y no pudiendo soportar la idea de que lo viera consumirse y envejecer en el proceso, decidió huir, no sin antes llevarse consigo a su hija como recuerdo de aquellos años que habían compartido. En un principio, autoconvenciéndose de que su decisión les ahorraría sufrimiento a todos, fue capaz de mantener la conciencia más o menos tranquila. Su relación con la madre de Procne había provocado que la familia de ésta la repudiase, pues comprometía su imagen frente a otras casas nobles, pero ahora que él había desaparecido junto al resultado de su criticada unión contaría con una oportunidad para reconciliarse con sus parientes y hallar un sustituto más acorde a su estatus. Por otra parte él y la pequeña podrían gozar de una existencia tranquila en los bosques, sin tener que soportar el desdén de la sociedad thalassiana ni someterse a sus asfixiantes normas. Sin embargo, las cosas nunca fueron tan sencillas.
Procne creció en un ambiente conflictivo, apenas teniendo más trato con otros que no fueran su padre y los parias con los que mantenía algún negocio, sufriendo desde temprano el resentimiento que aumentaba en el hombre al mismo tiempo que ella crecía y se iba haciendo más evidente el parecido con su madre. Cada vez que un gesto o una palabra suya evocaban la imagen de la elfa, los recuerdos y la culpabilidad atormentaban a su padre, que no podía evitar pagar sus frustraciones con la niña. A pesar del trato injusto, del desprecio que despertaba en ella su falta de nobleza y su egoísmo, era incapaz de odiarlo por completo. Se aferraba a las cosas buenas que veía o creía ver en él, con la esperanza de que algún día llegase a valorarla y la perdonase, aunque no sabía bien de qué era culpable. Por muy numerosas que fueran sus peleas nunca llegó a abandonarlo, ansiando, en el fondo, su aceptación.
Ya desde esa época, pues, sintió la necesidad de encontrar su sitio, de poder encajar. Los humanos no la trataron mucho mejor de lo que lo habrían hecho los elfos en Quel'thalas, y apenas consiguió entablar amistad con algunos aventureros que viajaban durante algunas épocas del año por esa zona. Es muy probable que el más importante de todos sus vínculos fuera el que se dio con un sacerdote elfo, del que más tarde supo se había autoexiliado del Reino, aunque nunca descubrió los motivos. El trato de éste con su padre siempre fue tenso, aunque respetuoso dentro de lo que cabía, y Procne no tardó en sospechar que compartían un importante secreto que se esforzaban en mantener lejos de su saber. Apenas tenía permitido verle, y mucho menos preguntarle sobre el pasado que lo tuviera relacionado con su familia, pero aguardaba con ansias cada una de sus visitas, que con el pasar de los años fueron volviéndose más cortas y escasas. La amabilidad del elfo era un bálsamo para su alma, tan poco acostumbrada a recibir elogios, de ser reconocida por alguien. Se trataba además de la única conexión con ese mundo al que había pertenecido su madre, el cual no tardó en idealizar. Tras haber sido sometido a sus insistentes peticiones, el sacerdote cedió a hablarle de la historia y las costumbres de su raza, de los aspectos más rudimentarios de la magia, así como de su propia fe y creencias. Fascinada por sus historias, por su carácter y sabiduría, Procne encontró en él algo más que refugio; la figura de un guía, de un maestro y de un padre, afectos que fueron madurando y transformándose a medida que su cuerpo y su mente también lo hacían. En su ingenuidad, fantaseó más de una vez con regresar con él a Quel'thalas, donde se sentía pertenecer, pero sus ensoñaciones jamás se cumplieron, así como sus sentimientos, años más tarde, no llegaron a verse correspondidos.
Siempre sospecharía que su padre tuvo que ver con el distanciamiento del sacerdote, incapaz de ver que fue su propio florecimiento como mujer el verdadero responsable; mas no es de extrañar, pues ella ignoraba por entonces cuán grande era el parecido con su madre, así como que no eran uno, sino dos los corazones que hería su belleza al invocar aquel fantasma del pasado. No hubo una despedida en condiciones. Siguieron llegando los regalos, en su mayoría libros y hermosas telas con las que desarrollar su afición por la costura, pero siempre por medio de un intermediario. Con el tiempo dejó de buscar noticias suyas, de creer que se merecía alguna explicación. Aceptó que no tenía a quién esperar y quemó los obsequios acumulados en todo ese tiempo, convencida de que algo en su interior también sería consumido para siempre.
En parte resignada a permanecer ahí hasta el final de los días de su padre, Procne no volvió a permitirse soñar con abandonar ese lugar, sin saber que el destino le tenía preparada una desagradable sorpresa. Cierto día, volviendo del río, escuchó unos sonidos procedentes de la cabaña en la que vivían. Sin poder imaginar lo que iba a presenciar, corrió hacia allí para encontrarse con que su padre se estaba batiendo en duelo con un extraño encapuchado, que fácilmente acabó con la vida del primero, todo ante la mirada aterrorizada e incrédula de la joven. El asesino trató de llevarse a Procne a la fuerza, pero ésta no compartió sus planes y escapó, internándose en el bosque que tan bien conocía y donde no pudieron darle caza. Aun así nunca se atrevió a volver, pasando un año entero ocultándose en la naturaleza, sobreviviendo gracias a las habilidades que había aprendido desde niña, hasta que dio con ella un forestal que se encontraba en mitad de una misión y había establecido su campamento en la zona. Recelosa y todavía marcada por todo lo sucedido, Procne se negó a hablar de ello, pero aceptó su ayuda para abandonar aquellas tierras que tan angustiosos recuerdos le traían. El elfo la escoltó hacia los restos de la que había sido la magnífica Lunargenta, pensando que allí le sería más fácil encontrar un oficio y la estabilidad que necesitaba.
El dolor en su corazón fue inmenso al ver en qué había quedado convertido el Reino con el que había soñado gran parte de su vida, del que apenas guardaba un par de recuerdos propios muy borrosos. La presencia de La Plaga había dejado Quel'thalas marcada de punta a punta con una horrible cicatriz, pero sus peores heridas no estaban en la tierra marchita y las ruinas de blanca piedra, sino en el pueblo de los Altos Elfos, ahora llamados hijos de la sangre en memoria de todos los caídos. Sin su Rey, con la Fuente del Sol corrompida y su número reducido tan drásticamente, tenían motivos suficientes para ser condenados al olvido, pero en lugar de abandonarse a la desgracia se habían volcado en las tareas de restauración, confiando en la palabra del Príncipe Kael'thas y el futuro que les había prometido. Procne admiró su fortaleza y su espíritu de lucha, algo que no cambiaría a pesar de que las primeras muestras de rechazo no tardaron en llegar.
El forestal que la había ayudado insistió en presentarle a una amiga, y si bien seguía algo reacia, ya empezaba a saber lo suficiente sobre cómo funcionaban las cosas ahí para un mestizo como para entender que lo más inteligente era contentarle. Cuando vio a la elfa comprendió su interés en que se conocieran, quedando impresionada por su parecido físico, aunque no mencionase nada al respecto. La posibilidad de estar emparentadas ni se atrevió a tomar forma en su mente, aunque no sucedió igual en el caso de la otra, Phoenn, que haciendo uso de un autodominio inmenso, se mantuvo impasible mientras conversaba con la más joven y se ganaba su confianza hasta lograr que le hablase lo suficiente de su pasado como para poder confirmar sus sospechas. Sin compartir sus verdaderos motivos, puso a Procne bajo su protección y la aceptó como su escudera, decidiendo mantenerla cerca, pero ignorante del lazo de sangre que las unía. Sin embargo, por muchos esfuerzos que pusiera en entrenarla en el manejo de la espada y la introdujera en su círculo, poco pudo hacer ante el espíritu indómito de la mestiza y su curiosidad, que no tardaron en acercarla a las peligrosas artes mágicas que comenzaban a extenderse en algunos sectores de la ciudad, y de aun menos recomendables compañías que a poco estuvieron de arrastrarla a un camino sin retorno.
Actualmente, cuando Procne echa la vista hacia atrás y piensa en aquella época, algo cada vez menos frecuente, se pregunta si Phoenn tenía pensado confesarle algún día que era su madre, así como la causante indirecta del asesinato de su padre. A veces trata de imaginar cómo de diferente habría sido todo si nunca hubiera descubierto aquellos secretos por su cuenta, casi por accidente. Pero no tiene mucho caso pensar en ello, concluye. Pasó casi toda su vida creyendo que estaba muerta, y apenas descubrió que no era así, la otra decidió marcharse a quién sabe dónde. No ha vuelto a tener noticias suyas desde entonces, y duda que vaya a hacerlo en el futuro.
Es probable que alguien de la familia de Phoenn haya sobrevivido al azote de la Plaga y al resto de desgracias que han asolado Azeroth en la última década, pero considerando lo sucedido hasta ahora, ella misma ha decidido no profundizar más en el tema. Desconfía de la posibilidad de que estén interesados en conocerla y, por su parte, tampoco está dispuesta a someterse a más engaños y desprecios.
De conocimiento público:[]
Se puede afirmar con absoluta certeza que Procne ha cometido varios errores a lo largo de su vida, y por ello mismo es posible que circulen algunos rumores que, sean o no ciertos, le conviene que no se extiendan. Ha trabajado duro a lo largo de estos años para limpiar, a menudo con ayuda de otros, su reputación, pero aun así queda la sospecha de que su historial no es tan incuestionable como parece hoy día.
Poco tiempo después de haberse instalado en Quel'thalas se la llegó a relacionar con los miembros de una secta conocida como La Garra Negra, si bien esta información acabó siendo desmentida durante los juicios a los que se sometió a los acusados de pertenecer a dicha orden. Por otra parte cuesta creer que fuera cierta su implicación, pues es conocida su labor en tierras de los Renegados, donde llegó a ser ascendida a Teniente en los Caballeros de Sylvanas pasado más de un año al servicio de los Arcontes y quedar demostrada su lealtad. Casi al mismo tiempo fue nombrada Capitana del primer Regimiento de Rémol por la actualmente desaparecida Condesa Sûzu de Rémol y Barov, siendo impecable en el cumplimiento de sus obligaciones. Procne no lo tuvo fácil para ganarse la confianza y el respeto de los Renegados, aunque su apellido, el cual heredó del antiguo Sumo Ejecutor Rasilt Noktumbra, quien fue su maestro un tiempo antes de ofrecerse a reconocerla como su hija, le ayudó en más de una ocasión a abrirse camino. Se desconocen los motivos exactos que la llevaron a renunciar a sus cargos y partir a Rasganorte con algunos compañeros de armas, aunque algunos lo relacionan con el asesinato de su padre adoptivo, acusado de traición.
Por lo que consta en los registros, Procne siempre ha servido a la Horda allá donde se reclamen sus habilidades y conocimientos, siendo destacable su participación como miembro activo de Los Atracasol desde que se uniera a ellos en la lucha contra el Rey Exánime. A partir de ese momento ha estado presente siempre que se la ha requerido, como en la campaña en Pandaria y la labor del Embate en la Isla del Trueno, además de acudir a la llamada a las armas en Draenor, trabajando activamente por Talador.
No oculta su vinculación con El Sagrario de Lunargenta, aunque la experiencia le ha enseñado a llevar el tema con discreción. Con el tiempo se ha ido alejando de algunas prácticas que se dan en esos círculos para centrarse en el aspecto más destructivo de la piromancia, desviando el estudio de los demonios y las maldiciones a un uso más teórico. En su día llegó a tomar aprendices hasta en tres ocasiones diferentes, demostrando tener un buen ojo para el talento, pues todos ellos lograron destacar en sus respectivos campos.
A raíz de lo sucedido durante La Purga de Dalaran, Procne fundó, junto a Vithaeria Ador'el y Alina Sírfalas, la orden conocida como El Sigilo, destinada a vigilar el buen uso de la magia, preservar archivos de importancia histórica y didáctica, entre otras funciones que van desde la producción de artículos con propiedades mágicas para su posterior venta hasta operaciones de carácter militar. Sus intereses compartidos con El Relicario han hecho que colaboren en más de una misión, manteniendo con ellos buenas relaciones. La Orden está sujeta a investigaciones siempre que El Relicario lo vea conveniente, además de haber acordado ceder los hallazgos de interés para Quel'thalas.
El regreso de La Legión Ardiente:[]
Alertados por los rumores y las informaciones que habían intercambiado con otros grupos y hermandades, El Sigilo no tardó en movilizarse para sumarse a las fuerzas que luchan contra la Legión Ardiente, estableciendo su base de forma temporal en el Muelle Pantoque, Azshara, donde comenzaron el reclutamiento de miembros para la nueva División de Combate y Exploración, al mando de Seldune Namardan, quien decidió unirse a la causa tras una reunión con la mestiza, donde compartieron su visión de la situación actual y sus planes a futuro.
Consciente de la necesidad de unión en estos tiempos difíciles, Procne se puso en contacto con los líderes de otras órdenes sin importar su facción, buscando la colaboración de todos ellos para hacer frente a tan terrible enemigo. El incidente en La Costa Abrupta pone en riesgo sus negociaciones con la Alianza, pero al menos por ahora la confianza de aquellos con los que llegó a un acuerdo parece mantenerse.
Apariencia[]
Las características heredadas del linaje thalassiano son prominentes en lo que al aspecto de Procne se refiere, no pudiendo negarse el notable parecido que guarda con la familia de su madre, aunque un examen algo más atento reconocería en ella rasgos propios de la impureza de su sangre.
No destacando especialmente en altura, esta joven cuenta con un talle fino agraciado por unas curvas sugerentes, más pronunciadas en la zona del busto y las caderas, recordando levemente su figura a un reloj de arena cuando viste ropajes ceñidos. Su vientre es firme y liso, su cintura, al igual que los hombros, estrecha; la esbeltez del cuerpo se ve completada por unos muslos bien torneados, brazos finos y un delicado cuello que ya luzca adornado con joyas, o desnudo, le otorga un aire de elegancia. Con unos pocos lunares a lo largo de ésta, la palidez de su piel resulta tibia y suave al tacto, de apariencia cremosa, que bien puede adquirir un ligero toque melocotón en ciertas zonas tras una larga exposición al sol.
Aunque no es perfectamente simétrico, su rostro da la impresión de haber sido esculpido por las hábiles manos de un artesano; de nariz pequeña y bien perfilada, sugiere unos rasgos atractivos, labios jugosos de un tono coral y unos ojos ligeramente rasgados, tan brillantes como el fuego vil. Éstos, orlados por tupidas pestañas de color azafrán, parecen arder con frecuencia en un torbellino de emociones. Procne enfatiza su mirada con pinturas en una gama cálida, empleando normalmente una sombra anaranjada en los párpados, con degradados hacia el dorado y el rojo, y delineados más oscuros.
Una de las señas más evidentes de su naturaleza mestiza son las orejas, menos largas que las del resto de elfos. Sobresalen de entre el sedoso cabello de bucles carmesíes, resaltando contra una piel tan blanca que el contraste, sumado al esmeralda encendido de sus ojos, puede llegar impresionar a aquellos cuya raza no acostumbra a incluir un aspecto con estas características.
Gran parte de las ropas que viste han sido confeccionadas por ella misma, ajustándose a sus gustos y necesidades. Por cuestiones de comodidad, en sus viajes suele llevar pantalones y botas cómodas, pero pudiendo gozar de la tranquilidad de una cena o un simple paseo no es extraño verla con algún vestido. Acostumbra a usar accesorios, aunque prefiere guardar las joyas más llamativas para ocasiones especiales. Dependiendo siempre del estilo y la situación, a veces adorna su atuendo con finas cadenas y abalorios que despiertan un suave tintineo cuando se mueve.
Su esencia parece ir siempre acompañada de una suave fragancia a jazmines.
Carácter[]
Sería posible deducir una buena porción de la personalidad de Procne observándola en su trato con los demás, donde se muestra comunicativa, perspicaz y determinada. Salta a la vista que es alguien de fuerte carácter, aunque su sentido del humor y adaptabilidad, al menos en las situaciones que lo permiten, logran suavizar las diferencias que pudieran surgir. Es hábil a la hora de encontrar puntos en común con la otra persona y usarlos con el fin de alcanzar acuerdos, incluso cuando en un principio sus intereses o creencias parecían entrar en conflicto. Priorizando la consecución de sus objetivos, tiene la sensatez suficiente para aplazar un ajuste de cuentas y colaborar en caso de ser necesario.
Rara vez deja a alguien indiferente, si bien en ocasiones no resulta sencillo saber cómo interpretarla. Se desenvuelve con soltura a pesar de no encontrarse en su terreno, dispuesta a hacer lo preciso para que las cosas salgan a su manera, aunque eso requiera cierta manipulación por su parte. Con una capacidad algo insólita para ganarse la simpatía de una gran variedad de personas, se la ha podido observar en compañía no sólo de aquellos con gustos y propiedades afines, sino también de los que parecen ser su opuesto. Audaz, empática y con cierta picardía, consume rápido las distancias con los demás, quienes pueden sentirse atraídos por su carisma y la confianza que transmite. No obstante, algunos estiman que actúa -en exceso- guiada por sus pasiones, pecando de falta de decencia y mesura. Con fama de temeraria, veleidosa e insolente, posee más amor propio del que la mayoría considera adecuado para una mestiza, tomando por soberbia lo que ella definiría como dignidad. Procne detesta ser subestimada, o vista como un objeto, y su naturaleza dominante le ha impedido actuar con sumisión la mayor parte de su vida. No es de sorprender que varios la eviten, sobrepasados por su ardiente temperamento.
En general, se considera que obra con una justicia personal, adherida a un conjunto de valores que no se encuentra a menudo entre los de su clase. Entiende las responsabilidades que acompañan sus decisiones, y es por ello que se esfuerza para estar a la altura y actuar con integridad, en lugar de valerse de excusas y abandonarse a lo fácil. Muy consciente de sus oscuros impulsos, ha desarrollado una comprensión de sí misma que a menudo le trae amargos descubrimientos en el proceso. Aun así, es necesario conocer cómo opera su mente para mantener las tentaciones bajo control y poder ser objetiva, pues de entregarse por entero a sus instintos no sería la única en caer en desgracia. Guiándose muchas veces por su intuición, la voz que la dirige no es siempre la de su mejor naturaleza. En lo profundo de su ser, donde pocos han llegado, se encuentra una criatura herida que ha aprendido a desconfiar del mundo y exige una venganza que no reserva únicamente para los culpables. El rencor del que no ha podido desprenderse por completo la empuja a transmitir su sufrimiento a otras personas, de modo que sean ellas quienes se conviertan en las víctimas. Durante un tiempo se engañó con la idea de que daba a cada uno su merecido, pero ha de reconocer que sus verdaderos motivos son más censurables. Encierra un ansia destructora que busca derrotar, conquistar y consumir a aquellos que se le oponen. Encuentra placer en el dolor y la dependencia que provoca en los demás, y eso la asusta, pues sabe hasta dónde podría llegar de no ponerse freno. La capacidad de dominarse a sí misma es una de sus habilidades en constante entrenamiento, pues le es posible discernir entre el bien y el mal y ha hecho su elección, aunque las fronteras que dividen tales aspectos son ligeramente borrosas en su caso. Aceptando su dualidad, convive con ella en una lucha interna sin fin por ser capaz de poder gobernar sobre sus voluntades, protegiendo al resto de su peor cara. Los que la conozcan hasta este nivel hallarán un gran desafío, pero serán recompensados con el afecto y la lealtad inquebrantables de la mestiza; aquellos que en cambio digan amarla pero nieguen una de sus partes, tarde o temprano se enfrentarán a su desprecio y abandono.
Habiendo escogido el camino difícil, soporta las influencias externas que pretenden desviarla, mostrando una gran fortaleza mental. Sería una tarea menos ardua si ella misma no fuera su principal enemigo, pues su constante búsqueda de emociones y nuevos retos la conduce a jugar con el peligro. Prefiere estar donde se encuentre la acción, asumiendo riesgos elevados a cambio de una experiencia estimulante. No es que no disfrute de la tranquilidad, pero es incapaz de atarse a un sitio y limitar sus posibilidades, valorando en demasía su libertad y no pudiendo resistirse a la llamada de lo desconocido.
Feroz protectora de los suyos, Procne lo da todo por quienes aprecia, y debido a su convicción de que podemos albergar tanto luces como sombras en nuestras almas, tiende a ensalzar las cualidades positivas que intuye en otros, lo que puede distorsionar su percepción, llevándola a esforzarse por causas perdidas. Guarda una mala costumbre de querer salvar a todo el mundo y de cargar con todo el peso de éste sobre sus hombros, resistiéndose a aceptar la ayuda de los que se preocupan por ella. Su propensión a sacrificarse por una causa mayor o por los demás como forma de expiación inconsciente es un auténtico quebradero de cabeza para sus seres queridos, que se ven arrastrados a situaciones complicadas con tal de protegerla o salvarla de sus propias decisiones.
Por lo demás, aunque está muy ligada a unas pocas personas, jamás renunciaría a su independencia, algo que se extiende a todos los campos de su vida. Prefiere trabajar sola o en un grupo pequeño pero que se complemente con eficiencia, donde cada integrante sepa manejar bien los recursos a su alcance y cómo apoyar a sus compañeros sin necesidad de recibir órdenes de forma constante. Aun así, y aunque no se sienta del todo cómoda estando al cargo de otros por lo que implica, suele tomar puestos de poder debido a las circunstancias, incapaz de permanecer pasiva ante un problema y sintiéndose obligada a tomar cartas en el asunto.
Allegados[]
- Alina Sírfalas — Amiga y Compañera de armas
- Vithaeria Ador'el — Amiga y Compañera de armas
- Rasilt Noktumbra (Andor Corazóndeluz) — Padre adoptivo
- Sûzu de Rémol y Barov — Antigua amiga y aliada
(Se irán añadiendo más personajes)