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Alliance
Orden del Sol Plateado
Imagen de Orden del Sol Plateado
Información de la hermandad
Servidor Los Errantes
Estado Inactiva
Afiliación La Alianza

Historia de la Orden del Sol Plateado[]

Bien, voy a contar con detalles lo que yo recuerdo, no pretendiendo que esta sea la historia real, sino sólo cómo la vi yo, Galador:

La Orden del Sol Plateado fue creada por Serafín, Paladín de la Luz. Desde el principio se creó como una orden militar, aliada de ventormenta pero con voluntad propia; no éramos mercenarios. La Orden se dividía en un comandante general (Serafín) y varios generales de clase:

Magos y brujos: Crisanto Cazadores: Winpi Paladines: Barahir Guerreros: Urik Sacerdotes: Mathiel Pícaros: Eledar

Recuerdo que me uní a esta Orden porque me gustó el nombre, la cantidad de gente que estaba en ella, porque cuando me interesé en ingresar me gustó cómo hablaba la gente y se hicieron algunos eventos internos que me parecieron fascinantes.

Teníamos el cuartel general situado en el cuartel de la guardia del bosque de Elwin (el que está de camino a los páramos del poniente), y allí nos reuníamos cada cierto tiempo para discutir temas internos, realizar asambleas con otras hermandades y realizar ceremonias militares de ascenso y promoción.

Y he de decir que barahir desde el principio fué un modelo a seguir para un joven paladín como yo. Me gustaba cómo hablaba, lo que decía y cómo lo hacía. Me parecía un gran líder... sí, incluso mejor que Serafín... pero yo solo escuchaba, observaba y hablaba sólo cuando me preguntaban.

Como toda hermandad inicial, creamos nuestro tabardo entre todos (yo puse una moneda de oro entera, que al ser herrero conseguía dinero fácilmente) y fué Serafín quien eligió los colores, forma y signo del tabardo. Entonces realizó una reunión para saber qué nos parecía. El tabardo era de fondo azul, borde sencillo en dorado y el signo, también dorado, era una llama. Por supuesto muchos comentamos que no entendíamos porqué la Orden del Sol Plateado no tenía un sol de símbolo (aunque no mentamos nada sobre el plateado) y Serafín nos explicó el significado: como el sol está hecho de fuego, el signo era una llama para mostrar que uno sólo no es importante, pero todos juntos teníamos la fuerza del sol, al igual que los colores eran los de la Alianza para demostrar nuestra unión a las fuerzas de Ventormenta. La verdad es que era una buena explicación, y gustó a casi todos, por lo que comenzamos a llevar nuestro tabardo con orgullo.

El inicio de los problemas[]

Todo parecía ir bien, hasta que empezamos a ver cosas un poco "raras"... Serafín se comportaba de forma altiva (demasiado para un paladín, pensaba yo, pero claro, yo no era nadie para decir nada al gran Serafín) y me sorprendió que en la Orden había una mujer cuyo título era "esclava de Serafín".

Entonces se comenzó a ir a los campos de batalla, principalmente Serafín y sus generales, que eran los más poderosos de la Orden. Y allí vieron cómo Serafín se comportaba como un tirano, dándo órdenes que debían seguirse sin importar lo que costaran, ni quién cayera en el camino. Sé que se dijeron algunas palabras mayores, y Mathiel, Crisanto y Barahir comenzaron a sentirse incómodos en la Orden.

Así que eso llevó a que Barahir abandonara la orden, para crear la suya propia, la Guardia del Alba. También le siguió Mathiel y luego Crisanto. Pero eso no preocupó a Serafín, sólo le volvió más furioso. Se crearon nuevos generales de clase:

Sacerdores: Freia Magos y brujos: Fuego Paladines: Tristan

Recuerdo una vez que fuí a una reunión con bastante antelación, cómo sorprendí a Serafín insinuándose ante Fuego, y cómo ella le rechazaba una y otra vez. Estuve a punto de internevir ya que me temía que Serafín hiciera alguna cosa realmente inapropiada para un paladín... pero preferí seguir siendo el "pequeño granjero que se cree paladín" y entré en la sala saludando y reverenciando a todo el mundo, y logré que Serafín me mirara con odio, pero dejara en paz a Fuego.

Y así siguieron las cosas, Serafín diciéndonos una y otra ver los buen paladín, gran militar y extraordinario líder nato que él era, pecando de orgullo sin ninguna discreción.

Relaciones diplomáticas[]

Un día, la Orden recibió un comunicado de la Horda que querían reunirse en un lugar del Bosque Oscuro para entablar relaciones diplomáticas. Para mí fué una sorpresa conocer a Embajadora, una humana enviada por la Horda para iniciar el contacto con Serafín y entablar relaciones diplomáticas. Así que fuimos al Bosque Oscuro siguiendo a Serafín para recibir a la delegación de la Horda. La delegación estaba formada por varios miembros, entre los que se encontraba la famosa Tisha, la líder troll de la que tanto había oído, y una elfa llamada Vida que realizaba las veces de intérprete. Allí también estaban Barahir y su Guardia del Alba, y representantes de la Alta Torre, de la Orden de la Llama, de los Caballeros de Dun M.oroth y de la Guardia de Hierro. Las negociaciones empezaron... todo parecía ir bien, pero poco a poco se comenzó a caldear el ambiente, algunos miembros de la Orden del Sol Plateado comenzaron a decir que no se debía permitir que miembros de la Horda pasearan por territorios de la Alianza impúnemente... pero Serafín hablaba de mantener la calma y seguir con las negociaciones. A partir de aquí no sé muy bien que pasó, fué todo muy rápido y aunque más tarde hablé con muchos de los presentes, llegué a dos versiones bastante contradictorias:

- en la primera (la que más gente me contó) Serafín al final cedió ante los gritos de la gente y atacó a uno de los generales de Tisha, lo que comenzó una masacre.

- en la segunda, Tisha lanzó una flecha por la espalda a Serafín y éste reaccionó atacando a su general tauren y matándolo, comenzando la carnicería.

Ambas versiones desembocaron en un baño de sangre que terminó con la mayor parte de la delegación de la Horda muertos, con Tisha herida y jurando que lo pagaríamos, con los miembros de las demás hermandades presentes culpando a Serafín de la falta de tacto y de guardar demasiada ira en su interior y con Serafín insultando a todos los líderes presentes y llamándoles ingenuos, cobardes y estúpidos.

He de reconocer que esto me dejó sobrecogido... ¿cómo se había llegado a este punto? Entonces comenzé mi propia misión personal: demostrar que no todos los miembros de la Orden del Sol Plateado eran como Serafín, y hablé con los líderes de esas hermandades, y logré que muchos me dijeran que no estaban en contra de la orden, sino de su pésimo líder. Comencé a buscar por mi cuenta una forma de hablar con la horda, de hacerle llegar a Tisha noticias de que lo que ocurrió allí sólo fue un malentendido, que muchos deseábamos la paz por encima de todo... y llegué a conocer sobre el Consejo Herrante, del cual Barahir y Mathiel eran miembros, y sobre un no-muerto llamado Caín que también deseaba la paz y de una hermandad orca, la Cancilleria, que deseaba lo mismo. Pero me llevó mucho tiempo... demasiado... y entonces, antes de que pudiera hacer nada, fué cuando la Horda atacó...

El inicio de la caída[]

Yo comenzaba mis andanzas por Villa del Lago y Crestagrana cuando llamaron de la Orden que ¡la Horda estaba atacando Villadorada! Volé sin dilación a Ventormenta, y allí me uní a la Orden que, liderada por Serafín, marchábamos a defender Villadorada de la Horda. Las órdenes eran claras, defender a los inocentes de los asesinos de la Horda. Mi corazón latía con fuerza... ¡Era mi primera batalla real! Llegamos a Villadorada y nos situamos en el camino oeste, mientras algunos héroes o estúpidos se lanzaban al oeste para enfrentarse ellos solos a la Horda. Entonces Serafín ordenó atacar, y allí fuimos todos, a acabar con la invasión. Allí estaba Tisha, más poderosa que nunca, vestida con sus atuendos de batalla y rodeada de sus mas fieles generales... magos, brujos, chamanes... las espadas rugían, las flechas silvaban sobre nuestras cabezas y la magia hacía vibrar el aire... No recuedo muy bien qué pasó, sé que luché y maté sin saber muy bien qué ocurría a mi alrededor, estaba asustado y las manos me temblaban, pero debía ayudar a defender a los inocentes de Villadorada... y entonces apareció un inmenso león, temible, sus ojos brillaban con el resplandor de la inteligencia, y se enzarzó conmigo hasta que no pude más, y caí al suelo gravemente herido. Pensé que moriría alli... y no me importó tanto, estaba defendiendo a los débiles, moriría por aquello mismo que me había hecho seguir el camino de la Luz... y entonces apareció Barahir, mi amigo y mentor, y me arrancó de los brazos de la muerte. Me dijo que no aceptara lo que Serafin decía y que mirara por mis propios ojos. Yo confiaba en Barahir, así que hice lo que me decía, me alejé un poco de la batalla, y miré a la zona con una nueva perspectiva, mientras ignoraba las órdenes de los generales de la Orden que nos arengaban para volver a la lucha. Y entonces ví lo que realmente pasaba...

Las fuerzas de Tisha habían avanzado, entrando en el Bosque de Erwin, de camino a Villadorada... pero nunca cruzaron el último puente que llebaba hasta allí. Su misión no era atacar Villadorada, sino atacar el fuerte de la guardia en el Bosque... ¡atacaban el cuartel general de la Orden! Comencé a decir lo que estaba pasando, intenté detener a los hermanos para que no murieran pensando que defendían a los inocentes, mientras lo que realmente pasaba era que atacaban a Serafín y a su Orden... pero todo fue inútil, nadie me escuchaba, mis gritos se perdían en el fragor de la batalla... hasta que por fin terminó. Recuerdo a Serafín cómo aplaudía, diciendo que habían defendido la ciudad, cómo habían expulsado a la Horda de las tierras de la Alianza; Intenté decirle lo que yo había visto... pero no me escuchó, tan embriagado estaba con su victoria, y se encaminaron a ventormenta a contar a todos su hazaña. Recuerdo mirar de nuevo atrás, hacia el puente sembrado de cadáveres, y ver allí a Barahir, "Vuestra Orden está formada por hombres valientes y nobles" - me dijo -"lástima que sigáis a un mal líder". Acto seguido se reunió con sus hombres y se fué. Yo seguí a Serafín a Ventormenta, donde todos vitoreaban a los grandes defensores de la Alianza. "No importa, Galador." - me dije a mi mismo - "En la siguiente reunión tendrán que escucharme... quizás aún se pueda parar toda esta locura".

La gran reunión[]

Unos días más tarde de la batalla, Serafín nos llamó a una nueva reunión. Apareció herido, debilitado... casi no podía hablar, y necesitaba los cuidados médicos constantes de Freia. Allí nos dijo que había sido herido por Tisha en la batalla, y había sido envenenado, que casi no podía andar y que la reunión la llevarían sus generales por él y se retiró. Yo abrí la boca para relatar lo que había visto en la batalla de Villadorada, pero alguien se me adelantó: era un viejo mago de la Orden que estaba sentado al fondo de la sala, fumando en su pipa llamado Lycaón. Comenzó a decir lo mal líder que era Serafín, la mala opinión que tenían todos de nuestra Orden... y recuerdo a sus generales hablando de lo gran líder que era Serafín, que lo que había hecho estaba justificado... se dijeron muchas cosas allí... y por un momento me sentí mal ante lo que pensaba decir... pero luego pensé que la verdad debía brillar por encima de cualquier paladín, así que conté lo que vi, y me enfrenté a los generales de la Orden. Recuerdo la cara de Tristán, el líder de los paladines, y de cómo se quedó pensativo ante esta nueva forma de ver la situación. Pero allí no acabó todo... porque tomó la palabra Palance, paladina de noble cuna, y sentenció que Serafín era un mal líder, y que pese a que su estado de salud le apenaba, no le deseaba ningún mal, pero que no le seguiría ni un minuto más, así que ella y toda su familia lanzaron al suelo el tabardo de la Orden y se marcharon para nunca volver. Yo miré el montón de tabardos tirados en el suelo, la llama de la orden brillando allí, caída, a la luz de las antorchas, y sentí un nudo en el estómago... no sabía que aquello era un presagio de lo que sucedería dentro de poco...

La caída definitiva[]

Con Serafín malherido y los generales de la Orden buscando una cura para el veneno que achacaba a su líder, comenzó a aparecer una sensación de vacío de poder entre los hermanos, y cada día descubríamos que más y más gente nos abandonaba. Descubrí que Fuego, la antigua líder de los magos, había creado también su propia orden, los Guardianes del Sol, y habían atraído a muchos, muchos de los antiguos miembros de la Orden del Sol Palteado. Recuerdo que me habló en persona, y me dijo que me tenía aprecio, y me ofreció el ingresar en su hermandad. La verdad es que yo estaba apenado, la Orden no parecía poder salir del bache, muchos miraban al tabardo que llebaba con odio en sus ojos... pero sentía que no podía traicionar a la Orden, no a Serafín, sino al resto de hermanos, ahora que más necesitábamos estar juntos... así que lo rechacé de mala gana. También Barahir me ofreció su hermandad... y también lo rechacé, aunque casi no podía hablar por la angustia. Recuerdo cómo me quité el tabardo, lo doblé y lo guardé en una caja en el banco de Ventormenta. No podía seguir llevando algo que tantos miraban con odio... pasé muchos días en la catedral, rezando por que las cosas cambiaran, y no fuí el único, Tristán también estaba allí, orando, y supe que ambos pedíamos lo mismo ante la Luz.

Y un día, durante una reunión en la que asistíamos sólo 8 miembros, apareció Serafín, curado de sus males, fuerte, jovial y preocupado por lo que estábamos pasando. Pensé que nuestras plegarias habían sido escuchadas, que Serafín volvía renacido para volver a tomar el liderazgo, para recomponer la mala fama que teníamos, para deshacer los errores del pasado y para volver a unir la Orden que se había disgregado. Le hablé de los problemas que teníamos, de los miembros que nos abandonaban, de la mala impresión que él como líder daba a los demás... y ví cómo su cara se volvía roja de ira y me ordenaba silencio. Retrocedí asustado, pensando que de un momento a otro sacaría sus armas y me atacaría... pero no fue así, solamente pasó como una exalación junto a mí, empujándome a un lado y salió del fuerte imprecando a "todos esos imbéciles que no saben lo que es obedecer órdenes".

Y tres días más tarde, y después de que más miembros abandonaran la Orden, se realizó una nueva reunión de carácter urgente. Allí nos contaron que Serafín había sido desterrado de las tierras de la Alianza por orden del Rey, siguiendo los consejos de su asesora Lady Katrana Prestor, para nunca poder volver. Se convocó una nueva reunión al día siguiente para decidir el destino de la Orden del Sol Plateado, a la que debíamos asistir todos. Pero ni con esto se logró que los hermanos siguieran abandonando la Orden.

Y al día siguiente volvimos a reunirnos en el cuartel general. Eramos cuatro personas, mirándonos unos a los otros sin saber muy bien qué hacer o decir, hasta que se habló de terminar de una vez, dejar que la Orden muriera de una vez por todas, deshacer lo que una vez nos mantuvo unidos y buscar cada uno su camino en otras hermandades. Se logró usar un hechizo de comunicación para hablar con Serafín y preguntarle qué le parecía, y el nos dio su visto bueno para desbandarla definitivamente. Se decidió hacer una ceremonia, un entierro simbólico de la Orden, y los cuatro estuvimos de acuerdo en que la Orden había muerto, que ya nada quedaba de ella y Serafín nos relegó de nuestros juramentos y los dos que aún llevaban tabardos, los depositaron sobre la mesa, como última ofrenda a la memoria del pasado.

El renacer[]

Y entonces fué cuando apareció Tristan. Su cara resplandecía. Nos dijo que el no dejaría morir a la Orden, que volvería a despertarla de su letargo, y que el Sol Plateado volvería a brillar para ayudar a los necesitados, a los débiles y a los indefensos, que alguien debía luchar por todos aquellos que no podían o no sabían, que no podíamos dejar que la esperanza de un mañana mejor muriera aquí. Sus palabras me llegaron al alma, y sentí de nuevo la fuerza de la Luz, esa conexión con la grandeza que emanaba de Tristán. Sólo pude hacer una cosa: me acerqué a el, le puse una mano sobre el hombro y respondí "Y yo estaré a tu lado, amigo mío".

Así es cómo Tristan volvió a hacer brillar la llama de la esperanza en nuestros corazones, y corrimos alegres a ventormenta, gritando que esa noche la antigua Orden había desaparecido para siempre y que una Renacida Orden del Sol Plateado se alzaba de sus cenizas para ayudar y defender. Creamos un nuevo tabardo, blanco con un sol dorado, blanco para representar la pureza de la misión que juramos defender, y un sol dorado, el sol del amanecer, que volvería a iluminar los corazones de los que necesitaban ayuda. Fué una gran noche, llena de emoción. Anunciamos a todos la partida definitiva de Serafín, los nuevos ideales de la Orden, y recuerdo a Fuego y Barahir dando la enhorabuena a Tristan y ánimos para seguir con su nueva misión.

Y así es cómo la Orden del Sol Plateado volvió a ver miembros nuevos entre sus filas. Desaparecieron los antiguos rangos militares, se liberó a la esclava de Serafín... bueno, la verdad es que eso no la gustó y abandonó la Orden para buscar a su amo sin que nadie pudiera hacerla ver cómo había abusado de ella... pero bueno, el caso es que se abandonó el antiguo cuartel general y se pidió audiencia con el Rey para contarle los cambios en la orden. Cuando llegamos a su presencia, dió la enhorabuena a Tristan y nos ofreció una sala en el castillo para usarla durante nuestras reuniones semanales, a cambio de que "me deberéis un favor que ya os revelaré en su debido momento"...

Objetivo[]

Campañas[]

Webs externas[]

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