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Miss Dashara
Imagen de Miss Dashara
Información del personaje
Servidor Tyrande
Apodo Sita, Dash, Miss, Señorita Lawson, Virtuosa de la Magia
Título Arcanista
Género Femenino
Raza Humana
Edad Aparenta veintiseis humanos
Clase Maga
Alineamiento Neutral Caótico
Ocupación Arcanista de Dalaran, Profesora de Conjuración en la Academia de Artes y Ciencias Arcanas de Ventormenta
Lugar de nacimiento Laderas de Trabalomas
Residencia Ciudad de Dalaran
Afiliación Kirin Tor, la Alianza
Estado Viva

Trasfondo[]

Manto Púrpura[]

Dashara nació una fría mañana de invierno en las inmediaciones de las montañas de Trabalomas, en una pequeña y acogedora posada que acompañaba el viejo camino que conducía a la ciudad de Stromgarde. Su madre, una desconocida en la zona, llegó a altas horas de la madrugada, vestida

Tika

Miranda hija

con finos ropajes de elegante seda gastados por el viaje, con los cabellos rubio claro deshechos y los labios resecos, cómo si no hubiese bebido nada, en alto estado de gestación. Tras una larga y dolorosa noche, la dama desconocida dio a luz a la pequeña Dashara, que en el futuro sería una sagaz y astuta arcanista de Dalaran, la ciudad de la Magia. Aquella hermosa mujer murió nada más alumbrar a la joven humana, y en un último esfuerzo agonizante susurró el nombre de su prole: "Dashara...", siendo así su última palabra el nombre de aquella que llevaría su sangre durante el resto de su vida. De entre sus finos dedos cayó un anillo de oro finamente labrado con una esmeralda, que sería vendido años más tarde por el mesonero durante un crudo invierno en el que hizo falta dinero. La joven camarera de la posada, Miranda, que a su vez era la hija del mesonero, se encargó de la crianza de Dashara, tratándola prácticamente cómo si fuera una hermana pequeña. En un ambiente cálido e idílico, la joven creció cómo una más en la familia del bonachón bodeguero, creyendo la versión de que ella era una hija más de la feliz familia.

La forja de la ignominia[]

Cuándo alcanzó los cinco años, los padrastros de Dashara descubrieron, para su horror y fascinación, que la pequeña de la familia tenía dotes mágicas: frustrada por no poder encender la chimenea que alumbraba el hogar del salón principal de la posada, Dashara lanzó una bola de fuego a los troncos húmedos y prendió enseguida el fogón con un chisporroteo alegre. Sus progenitores, al enterarse de que la niña disponía de talento y predisposición para la Magia, decidieron ocultarlo en secreto y tratar de cohibir el desarrollo intelectual de la niña, pues veían la hechicería cómo algo peligroso y a tener en cuenta cómo los males del

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mundo. La familia de mesoneros no disponía en su haber de ninguna clase de libros, ni los consideraba adecuados para su vida humilde, considerándolos extravagantes y poco útiles, así que Dashara jamás aprendió a leer hasta casi pasada su niñez. Hipnotizada por su nuevo descubrimiento en el campo de lo Arcano, la pequeña y adorable niña rubia, de genio vivo, astucia, gran inteligencia y fogosidad, decidió empezar a desarrollar en secreto su magia, transformando los corderos en conejo, convirtiendo el plomo de las alforjas de los caballos en oro, y diversas travesuras más de traviesa índole.

La marcha del hogar[]

Pasaron unos cuantos años hasta que un día, un anciano mago errante, de orejas picudas, ingenio y sonrisa alegre, decidió detenerse en la fonda. Las puertas se le abrieron, pues tan solo era un mago itinerante más, y la joven Dashara, excitada por la llegada del sabio semielfo, decidió abordarlo en mitad de la noche, mientras tomaba un té de hojas verdes en el jardín acompañado su vieja yegua. Dashara le demostró con creces su talento para la Magia, convirtiendo el té que el mago semielfo estaba bebiendo en vino, e incluso convirtió durante unos segundos a la yegua del mago en oveja. Fascinado por la perspicacia y viveza de la niña, de tan solo ocho años, el viejo zahorí se quitó el sombrero y se dio a conocer cómo Lothrinas Zancavaras, un viejo preceptor de Dalaran que llevaba años retirado de la carrera pedagógica y que se dedicaba a recorrer el mundo junto a su yegua, buscando desentrañar los misterios de lo Arcano a través de la contemplación metódica de la Naturaleza, que él consideraba un elemento afín al Arcano, que se complementaba y se unía al mismo en una simbiosis casi mágica. Impresionado por el desarrollo de las capacidades mágicas de Dashara, Lothrinas decidió tomar una

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En Dalaran, la ciudad de la Magia, Dashara estudió y aprendió los intrínsecos misterios de la Magia

seria charla con los progenitores de la niña, que acordaron dejar que el amable semielfo se la llevara a Dalaran, a estudiar, a cambio de una cuantiosa suma de monedas de oro. Entre lágrimas amargas y abrazos, Dashara se despidió de su vieja familia, en especial de su hermanastra Miranda, a la cuál le guardaba muchísimo aprecio. El mesonero de la posada le contó la historia del anillo de oro de su madre, y le indicó a la niña que se lo había vendido al que parecía ser un joven comerciante de telas gilneano, muy rico y de finos modales, por si deseaba volver a obtenerlo. No sin ira, Dashara se prometió a sí misma recuperar el anillo que perteneciera a su madre desconocida.

A su pies, a lomos de la vieja yegua de Lothrinas, Dashara trotó durante días por Trabalomas, pasando junto al viejo zahorí por varios pueblos cómo Costasur o Molino Tarren, de gran importancia territorial y bajo el dominio de los Barov; villas en las que nunca sobraban manos útiles cómo las del sagaz Lothrinas, que demostró ser todo un sabio y una eminencia en cualquier tema doméstico, para sorpresa de Dashara, que creía que los magos tan solo sabían de libros y de magia. Cuándo llegó por fin a Dalaran, contando tan solo con nueve años de edad, Dashara fue asignada a una de las principales escuelas públicas de la ciudad tras un riguroso examen por parte del Consejo Rector de la urbe. Siendo así el venerable semielfo su patrón, Dashara pasó a ser una aprendiza más del intrincado engranaje que componía Dalaran.

El severo aprendizaje[]

Durante los primeros años en Dalaran, D

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ashara aprendió lo más básico de su granada educación: leer y escribir. Debido a los cerrados y humildes orígenes de la familia a la que pertenecía, no había visto de cerca ningún libro y mucho menos leído las palabras entintadas que albergaban en su interior. Pronto aprendió a descifrar las incomprensibles letras cicateras de los escritos que le daban en Dalaran y se sumergió de lleno en el mundo de la lectura. A pesar de eso, Dashara nunca leía por ocio ni por gusto, si no para engrosar sus conocimientos más allá de lo que supiera; para ella, leer era un medio para conseguir su objetivo: saber más. Enseguida aprendió a escribir, hecho que la marcaría profundamente durante el resto de su vida; pues fue forzada por sus tutores a utilizar las manos para la escritura, cuándo ella lo que prefería y prefiere es utilizar las artes de la Magia en un dictado para que una pluma flotante trace por ella los carácteres de tinta que tanto se valoran. Consolidada ya su educación básica y primordial, Dashara se sumergió en el complejo mundo de la Magia, dónde empezaría a investigar, a leer, y a curiosear en todo cuánto le fuera posible. Enseguida comprendió la esencia inmaculada del poder y se forjó a sí misma cómo maga en su estadía en Dalaran, dónde creció rodeada de magia, sabiduría ancestral y una vetusta organización magocrática que la atrapaba.

Llegada ya su adolescencia, Dashara empezó a concurrir las salas del Senado de Dalaran, o el Kirin Tor, acudiendo casi diariamente mientras el tiempo se lo permitía a los plenos de las Cámaras de los Magócratas de la ciudad, dónde cada miembro del Kirin Tor tenía derecho a expresarse cómo así lo quisiera frente a sus colegas magos. La Cámara (dónde su ya ancianísimo tutor Lothrinas solía pasar el día) se dividía en diferentes corrientes de pensamiento, pues mientras que algunos tenían la mentalidad cerrada y la mente asentada en los principios de la tradición y el conservadurismo, otros alegaban por el progreso, la fuerza de las masas y la innovación cómo base para el progreso de la raza. A pesar de los arduosos debates que el Kirin Tor llevaba a cabo con inusitada frecuencia, dichas Cámaras servían para aconsejar al Consejo de los Seis, y en menos medida, para gobernar Dalaran siempre bajo la atenta mirada de los Seis grandes magócratas más poderosos, los cuáles estaban encabezados por el archimago Antonidas.

Comienza el gran estudio[]

Una vez terminó con sus estudios básicos de Magia, Dashara se matriculó en de Dalaran para dedicarse a la carrera de

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Magisterio Mágico, lo que le permitiría acceder en un largo futuro a las codiciadas plazas del profesorado de jóvenes alumnos dalaranienses en la flor de la vida a los que instruir en las artes de la Magia Arcana y una de sus escuelas, la increíble Conjuración, que dominaba con suma elegancia y pulcritud, junto con las disciplinas no-mágicas de la Historia, Arqueología y el Lenguaje de lo Arcano. Prácticamente, durante sus largos años de aprendiza, Dashara sobrevivió a duras penas en Dalaran, privada del apoyo de su fallecido tutor Lothrinas, a quién la muerte se le llevó en uno de los ataques de la Horda a la Ciudadela. Lothrinas murió defendiendo el Ojo de Dalaran, que los orcos deseaban robar y cuyo intento de latrocinio comprometería a Dalaran en una unión con la Alianza de Lordaeron. Trabajando a tiempo parcial de camarera, encantadora y conjuradora, Dashara logró terminar por fin la carrera de Magisterio Mágico y se estableció en la ciudad cómo una joven profesora de talento y talante dispuesta a adoctrinar a jóvenes alumnos en los usos de la Magia. Además, aquella época se convirtió en una de las mejores etapas de su vida, en la que empezó a ascender en escala social, siendo acompañante cercana de varios miembros de la alta magocracia que regía Dalaran. Este hecho le proporcionó acceso al Senado en todas sus facetas e hizo que la genial maga fuera empezando a participar en arduosos debates políticos, sirviendo de consejera, ayudante y secretaria a varios magos eminentes del sector progresista de la izquierda.

Dashara incluso llegó a conseguir que su nombre figurara en la lista de miembros del Kirin Tor para el año siguiente. Su orgullo fue máximo cuándo supo que iba a poder participar en el Senado cómo una más, siendo así una actriz más en el teatro de la política que durante tantos años había contemplado en silencio. Sin embargo, justo en aquel año, Dalaran fue atacada y saqueada por el Príncipe Arthas Menethil de Lordaeron y todos sus sueños y esperanzas se desvanecieron en la nube de humo, arena y roca que se convirtió Dalaran.

La vuelta al hogar[]

Dashara se vio pronto en un brete. Podía abandonar las ruinas de Dalaran, que pronto se p

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oblarían de las huestes de Alianza de Garithos y de la Resistencia de Lordaeron, o a su vez, contemplaba la marcharse de la urbe para evitar todavía más un peligro tan real y tenebroso como era la Plaga, que ahora campaba a sus anchas por prácticamente toda Lordaeron. Dashara decidió pues marcharse de la Ciudad de la Magia, pero prometió volver a Dalaran algún día, cuándo toda aquella oleada de turbulencia e inestabilidad hubiera finalizado. Pronto la Alianza de Garithos fue desmantelada y Dalaran volvió a ser liderada por el Consejo de los Seis, encabezado por el Archimago Ansirem Tejeruna. Pero a Dashara no le interesaba volver todavía a Dalaran, y tomó el camino del Sur, hacia Ventormenta. Por el camino, pasó junto a su yegua por la vieja taberna en la que había nacido y descubrió para su esperpento que sus padres adoptivos fueron convertidos en no-muertos y que su joven hermana Miranda pertenecía al Culto de los Malditos. La misma Miranda fue quién convirtió a Thomas y a Myranda Lawson en siervos del Azote, sellando así el destino de sus padres al suyo. En tiempos futuros Miranda sería conocida como la "Dama Maldecida" entre los servidores del Culto, siempre acompañada por sus progenitores fallecidos en forma de necrófagos.

Ventormenta y vuelta a Dalaran[]

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Dashara apretó el paso de su yegua y trotó por las devastadas Tierras Altas de Arathi, acogiéndose unos días en el Castillo de Stromgarde, y donde pudo disfrutar de la ancestral biblioteca de la Torre de Arathor antes de que los rudos stromgardianos la obliteraran a marcharse de la fortaleza. La hechicera siguió durante unos días más su periplo a lo largo y ancho de Khaz Modan hasta llegar al Reino de Ventormenta. Fue un camino difícil, complicado y repleto de peligros, e incluso tuvo que servirse de la compañía de mercenarios rapaces y aventureros alegres para atravesar el paso de la Montaña Roca Negra con éxito. Nada más llegar a Villa del Lago, tuvo el honor de aposentarse unos días bajo el auspicio de la Casa Landcaster para marcharse a la semana del burgo, tomando camino a Ventormenta, donde empezó a dar clases de Conjuración en la Torre de Magia de la Ciudad para aprendices de grado medio. Durante los años siguientes a la Tercera Guerra, Dashara se adaptó al rígido estilo de vida de Ventormenta hasta que emprendió un nuevo viaje hacia Dalaran, al empezar la Guerra de Rasganorte. Mucho le acaeció en el gélido Techo del Mundo, combatiendo aceradamente contra los dragones de Malygos o investigando desde la urbe mágica Ulduar, pero no corresponde narrarlo aquí.

El Segundo Cataclismo[]

Dashara siempre fue una apasionada de la Arqueología de campo. A pesar de que nunca se le presentaron oportunidades demasiado vistosas para ejercerla, aprovechó el Cataclismo para viajar hacia Tanaris con una expedición de magos igualmente interesados como ella en descubrir la tierra de Uldum. Adentrándose en las cámaras de las antiguas pirámides del desierto, descubrieron grandes hallazgos arqueológicos, aunque siempre adelantados por Brann Barbabronce y Harrison Jones que prácticamente ya habían recorrido todo Uldum antes de la llegada del grupo expedicionario de Dashara.

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Tras sufrir los peligros de una maldición proveniente del sarcófago de un antiguo faraón Neferset y la casi extinción de la expedición por asaltos de Vagayermos, luchas contra elementales de aire y problemas con el ejército de Ramkahen, Dashara quedó sola y aislada. De alguna manera, meses más tarde, logró volver a Dalaran usando su magia, donde se recuperó de todo lo ocurrido y documentó su estancia en Uldum en un tomo conocido como "Trescientas noches en el desierto", que exponía todas sus vivencias hasta volver a Dalaran. Tras la caída de Alamuerte, Dashara viajó hacia Ventormenta. El peligro del Destructor ya estaba fuera de juego, y un nuevo mundo por descubrir requería ser descubierto. Dispuesta a saciar sus ganas de saberlo todo, Dashara se encuentra en la ciudad de los fuertes vientos dispuesta a correr cualquier tipo de aventura y de aprender algo más en su día a día como profesora agregada de Conjuración en la Academia de Artes y Ciencias Arcanas de Ventormenta.

Apariencia[]

Dashara

En la nieve.

Lo que más destaca de Dashara a simple vista son sus discretos y rutilantes ojos poseedores de un color azul claro, que parecen observar todo lo que se presenta ante ellos, siempre tras las transparentes lentes de cristal de sus anteojos dorados, que se sujetan en el puente su nariz fina y respingona, la cuál enmarca los rasgos de su rostro, cuyas formas son torneadas y naturales, siempre engalanadas en una suave capa de maquillaje que torna su rostro más vistoso a la par que agraciado. Su rostro es una expresiva máscara de mil y una reacciones. Quizás para saber lo que está pensando, solo hará falta ver la reacción de su faz, que se muestra siempre serena a la par que amable, y en muchas ocasiones deja entrever una sonrisa carnosa en sus labios repletos de carmín púrpura claro, que ensalza sus mejillas cálidas cubiertas de una finísima capa de colorete rojizo que llena de color la faz de la maga, confiriéndole un aspecto despampanante que no duda en utilizar para dar buena impresión. En cuánto a sus cabellos, de un dorado midáceo, le caen en bucles sobre su esbelta espalda, mientras que unos pequeños y discretos rizos se dejan entrever en la pequeña frente y revoloteando en su rostro, dándole un aspecto natural y brioso al caminar. Usualmente va envuelta en un potente almizcle que desprende un tentador olor, y que a su vez, evoca a los salones de Dalaran y a sus maravillas mágicas, cómo si de partículas arcanas se tratara lo que flota alrededor de ella.

Dash

Sus cejas son finas, del mismo tono negro que usa para su idolatrado rimel, el cuál siempre luce alrededor de sus atentos ojos, que son encumbrados en unas largas pestañas negras, arqueadas y alabeadas, que entreven un aspecto cortés cuándo parpadea. De hombros pequeños y redondeados, suele cubrirlos de pequeñas hombreras y mantos que no enturbien la movilidad de la que ha de prescindir todas hechicera para sus labores y empeños en el campo de lo Arcano. Sus manos son finas, de largos dedos poco acostumbradas al esfuerzo físico, más propensas a la manipulación de ingredientes de alquimia, a la escritura o a educados gestos a la hora de expresarse. Cada una de sus afiladas y largas uñas está pintada con una vistosa pintura cuya tonalidad suele variar cada cierto tiempo; sus manos ofrecen siempre una gran pulcritud. El cuerpo de Dashara suele ir enfundado en caras vestiduras y ropajes de vivos colores, sujetos por finos corsés de encaje violeta que luce bajo los rutilantes atavios para ensalzar sus curvas. Cuándo se deja ver con guerreras y pecheras de una sola pieza, siempre muestra unas piernas perfectamente torneadas, acostumbradas a un caminar apacible.


Familiares[]

  • Thomas Lawson: Padrastro, fallecido.
  • Myranda Lawson: Madrastra, fallecida.
  • Miranda Lawson: Hermanastra, viva.
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