Trasfondo[]
Nacido en los decadentes muros de Eldre'Thalas, Imyrel fue criado entre constantes recuerdos sobre la grandeza de su casta y el esplendor que esta alcanzó durante el mítico reinado de Azshara. De niño solía deleitarse con los relieves de los palacios de la ciudad de los Shen'dralar, en los que se contaban las hazañas del Imperio Kaldorei cuando era gobernado por los Altonato. Sin embargo, en su oscuro presente, toda aquella gloria no era más que un pasatiempo al que ir a hacer volar su mente para escapar del despotismo que el Príncipe Tortheldrin estaba llevando a cabo con sus propios súbditos.
Los más sabios y ancianos, murmuraban en tonos quedos que la magia era cada vez más débil. Y que esta era insuficiente para seguir consolidando un suministro perpetuo de la energía que se extraía del demonio Immol'thar, encadenado en una de las cámaras más profundas de la urbe a través de un sistema de pilones arcanos. Pronto comenzaron las desapariciones. Aquel que parecía tener un gran poder y que no entraba en la sintonía que marcaba el Príncipe se desvanecía para siempre del lugar. Se hablaba de sacrificios para poder mantener la prisión del demonio. Pero Imyrel sólo sabía que si no quería acabar como ellos, tendría que pulir sus dotes políticas. Sus padres pertenecían a un grupo social alejado de las ideas de Tortheldrin, pero tras la irrupción de tribus de ogros en la antigua ciudad de los Altonato tras la apertura del Portal Oscuro se vieron obligados a cerrar filas con los sectores más acérrimos al tirano. Este les prometió protección siempre y cuando permitiesen que su joven hijo fuese instruido por los satélites y esbirros de su gobierno. Ellos accedieron, y desde ese momento fueron ubicados en las alas de la ciudad que habían sido ocupadas por sátiros, saqueadores y ogros.
Pasaron los años, e Imyrel ya era consciente de cómo funcionaba el sistema represor del Príncipe. En secreto detestaba su forma de gobierno, pero trataba de aprender de su sutileza y maquiavelismo. Aquellas siniestras lecciones le permitieron, a pesar de ser un mero siervo de baja estofa y con un conocimiento mágico bastante limitado para su casta, descubrir de primera mano alguno de los más negros secretos de Eldre'Thalas. Sin embargo, se estaban avecinando tiempos de cambio. Tras el final de la Tercera Guerra y la colonización de Kalimdor por humanos y orcos, mayor era el número de aventureros y buscavidas que se adentraban en los muros de aquellas ruinas que eran conocidas por los extranjeros como La Masacre. Y no era para menos, donde atrás en el tiempo se ubicase una de las joyas de la Corona, junto a Zin-Azshari y Suramar, aquel complejo urbanístico no era más que ruinas que servían de morada a monstruos y déspotas decadentes. Si los Altonato supervivientes no cambiaban su modo de vivir sus vidas pronto se extinguirían.
El Cataclismo les dio esa oportunidad que tanto necesitaban. Tras una revuelta instigada por algunos sectores de la población en la que se rumorea hubo un cierto tipo de intervención externa, Immol'thar fue liberado de su prisión y muerto, corriendo el mismo destino que el Príncipe Tortheldrin. Sin una cabeza líder, el Archimago Mordent Sombrapar se convirtió desde ese momento en la primera autoridad de los Shen'dralar y partió hacia Darnassus en la búsqueda de la reintegración de la Alta Casta en la sociedad de los elfos de la noche. Imyrel estaba ansioso por poder abandonar Eldre'Thalas y conocer el mundo, pues cada vez eran más audibles las noticias del exterior y de las maravillas que atesoraba. Finalmente, la noticia corrió como la pólvora: el Archidruida Malfurion Tempestira y la Sacerdotisa Tyrande Susurravientos habían admitido a los Altonato y aceptado el antiguo don de la magia de nuevo en la hora de mayor necesidad para el pueblo kaldorei.
Sin pensárselo dos veces, Imyrel se presentó voluntario para viajar a Darnassus y establecerse en la capital de los elfos de la noche para incorporar todo nuevo conocimiento a su voraz necesidad de saber.
Apariencia[]
Sofisticado y esbelto, Imyrel entra dentro de los cánones de belleza de los Altonato. Es de estatura media para los de su casta, de cabellos albos y estructura ósea delicada, más que musculosa. Los iris de sus ojos son dorados, los cuales brillan con un tono anaranjado en la oscuridad de la noche. Suele vestir con ropajes barrocos elaborados con tejidos mágicos; normalmente azulados con incrustaciones de joyería plateada. Lejos de llevar las cejas largas y abundantes, se las recorta y perfila de manera que nunca sobrepasen sus sienes, pues tiene la convicción de que dejarlas crecer desmesuradamente es propio de salvajes, aparte de ser una molestia.
Dentro de su conjunto, es ostensible por sus ademanes y movimientos la juventud de la que goza. Ninguna arruga surca su semblante para afearlo, ni ningún dolor aqueja su cuerpo. Se desplaza suavemente pero con un deje enérgico, como si fuese un danzante que calcula con gracia y donaire hasta el menor gesto, precisamente ensayado y sometido al absurdo y formalista protocolo de los Altos Nacidos.
Carácter[]
A pesar de su extravagante apariencia, Imyrel es mucho más cercano a otras clases kaldorei y razas que la mayor parte de su casta. Azuzado por un impulso de conocimiento propio de la juventud, muestra menor reparo en aprender de los otros pobladores de Azeroth, tratando de incorporar los aprendizajes más valiosos sin discriminar su origen. Está convencido de que los Altonato deben implicarse en las tareas de gobierno en la sociedad darnassiana y trabajar por la reintegración, pues él considera valiosos los saberes druídicos y espirituales darnassianos que desconocía en Eldre'Thalas. Tiene tendencia a ser optimista, y a creer que el regreso de los Altonato con el resto de los kaldorei llevará a la raza a una nueva era de gloria y prosperidad. La reciente derrota de Garrosh Gritoinfernal en el Asedio de Orgrimmar y la recuperación de Vallefresno ha incrementado en él esta sensación.
En lo relativo a los gustos tiene dos pasiones: la magia y la política. La primera la sigue cultivando asistiendo a distintos coloquios que últimamente se imparten en Darnassus por parte del Archimago Sombrapar y los magos huargen refugiados de Gilneas, lo que le ha permitido profundizar en ramas arcanas que le eran totalmente ignotas en el pasado. En relación al segundo aspecto, el político, también está empezando a hacer sus pinitos involucrándose en asociaciones aperturistas de la capital kaldorei que favorezcan la inserción de los Altonato, luchando así intelectualmente con los más tradicionalistas que ven con desagrado el regreso de sus antiguos hermanos de alta casta.