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Fioriel Darkoath
Imagen de Fioriel Darkoath
Información del personaje
Raza Kaldorei
Edad 10.116
Clase Arcanista
Lugar de nacimiento Suramar
Residencia Eldre'Thalas, Feralas (Anteriormente). Nómada (Actualmente)
Afiliación Cohorte de la Reina Azhsara (Previo al Gran Cataclismo). Alianza (Por el momento)
Estado Desconocido


Nacimiento y Juventud[]

Fioriel Darkoath nació y pasó buena parte de su juventud en Suramar, antigua capital de los Kaldorei y el hogar natal de muchas figuras ilustres tales como Tyrande Whisperwind y Malfurion e Illidan Stormrage. Bajo la sombra de los álamos gemelos (conocidos como las "Ramas de Azshara") en el mismísimo centro neurálgico de la ciudad, Fioriel se crió en el seno de una familia bien posicionada entre la nobleza.

Al contrario que su hermano mayor, Fiorel nunca fue una buena estudiante. Su naturaleza indómita y su orgullo desmedido resultaban, de una forma u otra, en un sinfín de problemas con las autoridades. Sin embargo, a pesar de su escasa motivación por el estudio, Fiorel poseía una innata afinidad hacia lo arcano. Esto quedó de manifiesto cuando una mañana, mientras los demás estudiantes en la academia estudiaban sus grimorios arcanos, decidió poner en práctica los hechizos más avezados directamente.

En una ocasión, de forma inexplicable consiguió colarse sin ser detectada en los aposentos reales de la mismisma reina, cosa que estaba terminantemente prohibido. Poco después, disipando numerosos resguardos y burlando a la guardia real apostada en cada una de las entradas a palacio, Fioriel había accedido sin saberlo a una reunión privada. A pesar de sus esfuerzos para fundirse entre las sombras, un simple gesto del hechicero que presidía la asamblea bastó para derribar sus defensas mágicas y delatarse ante los estupefactos magi allí presentes.

Parecía que aquella fechoría la resultaría muy caro. Que la expulsarían de la academia de la magia y traería deshonor a su familia. Sin embargo, en un giro inesperado del destino, aquel poderoso hechicero que la delató (de nombre Xavius) recomendó personalmente a Fioriel como aprendiz de hechicera en la Cohorte de Azhsara. "¡Esta joven advenediza ha puesto en evidencia nuestro poder y ni siquiera tiene 100 años!", había dicho. "Me pregunto qué será capaz de hacer con el adiestramento adecuado". Al parecer su pequeña incursión en palacio la proporcionó un billete directo a Zin-Azhsari.


La Guerra de los Ancestros[]

A orillas del pozo de la eternidad y bajo la tutela de los más experimentados magos, Fioriel no tardó en ejercer un control impecable de lo arcano. El acceso a la magia arcana provocó que comenzara a experimentar cambios raciales que la alejaba de los demás Kaldorei y, a pesar de que exteriormente mostraba un parecido físico similar, la magia que corría por sus venas ya la estaba transformando por dentro también.  

Cuando la traición de la Reina Azhsara fue revelada, Fioriel no vaciló un instante. Utilizando sus mejores sigilos arcanos huyó del palacio donde los extasiados Altonato abrieron un portal en las profundidades del Pozo de la Eternidad, que permitiría a los ejércitos de la Legión acceder al mundo, seguidos del propio Sargeras. Volvió tan rápido como pudo a Suramar solo para darse cuenta de que ya era demasiado tarde. Los álamos gemelos yacían calcinados por las llamas viles y no había ni rastro de su familia.  

A pesar de no tomar partido directamente en la Guerra de los Ancestros, la joven hechicera se vio obligada a luchar contra las hordas de demonios que asolaban la capital por mutu proprio. Móvida ahora por la venganza y la amargura, la impetuosa altonato no se dio cuenta de la magnitud de sus hechizos, usando de forma imprudente el flujo de energía arcana y descubriendo así su posición. No tenía mucho tiempo, debía salir de allí cuanto antes y lo sabía.

En la oscuridad de la noche, usando una variante todavía más potente del mismo hechizo que empleó años atrás, se deslizó entre el último campamento demoníaco de Suramar coronado por un enorme portal. Aunque no entendía las inscripciones, sus dedos recorrieron el impío trazo de la Legión. El solo contacto con el fel produjo en ella una intensa náusea en la boca del estómago. Como obsequio de despedida, Fioriel articulo cuidadosamente cada una de las palabras de poder que precedían a un poderoso hechizo de disfunción. Quienquiera que fuese el próximo en atravesar el umbral del portal se llevaría una desagrable sorpresa...

Sola y extenuada, se derrumbó después de haber dejado atrás los muros de la ciudad. El aire, libre al fín de sulfuro y azufre, fue como una tierna caricia a su alma. Lo último que oyó antes de caer agotada sobre la hierba fue una tremenda explosión justo donde había estado el potal demoníaco. Fue entonces cuando, con una media sonrisa y más pálida que el mármol, desfalleció.


Shen'Dralar y el Peregrinaje[]

Los demonios habían sido derrotados y devueltos al vacío abisal, ¿Pero a qué precio? Las víctimas mortales eran incalculables. Una gran parte de Kalimdor fue tragada por los fríos mares, quedando el continente separado en dos masas de tierra alejadas por un vasto nuevo océano. Fioriel, junto con un numeroso grupo de Altonato supervivientes, se unieron a los elfos nocturnos guiados por Cenarius para buscar un nuevo hogar. Aunque Malfurión no confiaba en ellos, sabía que sin los poderes del Pozo de la Eternidad no podrían controlar su magia arcana, por lo que no eran una amenaza a corto plazo.

Fiorel leyendo

Librarium de Eldre'Thalas

Tantos años usando la magia, había provocado que Fioriel desarrollara una desafortunada adicción y la abstención que ahora sufría no hacía más que agravar su sed de poder. Debido a las consecuencias que había tenido en el pasado, el uso de la magia fue terminantemente prohibido. Ni siquiera se toleraba la presencia de Altonato en los alrededores de Nordrassil. Acercarse demasiado al nuevo manantial de poder se penaba incluso con la muerte. 

Desesperada por encontrar una nueva fuente de magia con la que aplacar su adicción, Fioriel se dejó llevar por su instinto y abandonó la sociedad de los elfos nocturnos y sus prohibitivas leyes. Había oído rumores de una todavía poderosa ciudad, casi intacta tras la devastación del Cataclismo, llamada Eldre'Thalas. Allí seguro sería bien recibida, pues fue erigida por los Altonato más cercanos a la Reina. la ciudad de Eldre'Thalas antaño se utilizó para albergar y proteger los más valorados secretos arcanos de Azshara, cosa que infundía a Fioriel una creciente curiosidad. Atravesaría los baldíos al sur de Ashenvale hasta Feralas y haría de aquella ciudad su nuevo hogar.

Su llegada y estancia en Eldre'Thalas marcó un punto de inflexión en sus estudios. Tras la relativa seguridad de los muros de la ciudad, la todavía joven Altonato contó con el tiempo necesario para perfeccionar su habilidad mágica y, además, memorizar siglos y siglos de historia recogida en miles de tomos en el Athenaeum. A pesar de su comportamiento taciturno y despreocupado, Fioriel entabló amistad con el maestro Kildrath y la archivista Mykos. Los años venideros a su confinamiento voluntario en Eldre'Thalas pasaron sin pena ni gloria. 


  • Año -7300: Corre la noticia de Malfurión y sus elfos de la noche han exiliado a los Altonato que aún permanecían en los Kalimdor. Fioriel no da muestras de tristeza por sus compatriotas, sabía que tarde o temprano ocurriría. Éstos embarcan hacia tierras lejanas, despertando una incipiente curiosidad en el corazón de Fioriel. "Quizá algún día, si sobreviven, volvamos a saber de ellos".
  • Año -6900: No queda libro en el Athenaeum que Fioriel no haya releido por lo menos 3 veces. Sus largos paseos nocturnos al amparo de la luz de las lunas gemelas cada vez se hacen más frecuentes. "Así evitaré a ese idiota resabido de Uliviex. No soporto su sola presencia". 
  • Año -3950: Un mensajero ataviado con una larga túnica roja y capa ha llegado a la ciudad. A primera vista parece un Altonato, pero hay algo en él que a Fioriel la desconcierta. El recién llegado se llamaba Sotonir y se autodenominaba "mensajero real de Quel'Thalas". Fioriel y Sotonir entabalaron una agradable comversación, tras la cual la embaucadora hechicera rogó al mensajero ser su guía en su viaje de regreso. Sotonir, impresionado por la espontaneidad y belleza de la Altonato, aceptó gustoso. ¿A quién no le gusta la compañía de una bella elfa?. "Creo que me vendrá bien un cambio de aires... y compañías (dijo fulminando con la mirada a Uliviex)".
  • Año -2800: Fioriel ofrece impartir sus conocimientos arcanos a cambio de sustento en la eterna ciudad de Quel'Thalas. No tardó mucho en arrepentirse de su ofrecimiento cuando observó atónita que sus alumnos eran humanos del reino vecino de Arathor. A pesar de su contrariedad, su ayuda resultó de inestimable valor en las Guerras  Trolls que se aveciban. "¿Quieren que YO, Fioriel la Altonato, enseñe los senderos de la magia a... HUMANOS? No están preparados..." 
  • Año -900: Llegan noticias de allende los mares. La Guerra del Mar de Dunas ha terminado y los Silítidos han sido retenidos y confinados tras los muros de Ahn'Quiraj. Este acontecimiento despierta en Fioriel la un creciente interés, y durante los siguientes 925 años viaja a tierras lejanas buscando conocimiento a cerca de los recién despertados Dioses Antiguos. 



La Tercera Guerra[]

FIoriel vivía a caballo entre Lordaeron y Quel'Thalas cuando comenzó a propagarse el rumor de una misteriorsa enfermedad que se estaba propagando rápidamente por las tierras del norte. Desde aquel momento, Fioriel comenzó a revisar docenas de papiros y manuscritos buscando algún tipo de registro a cerca de esta enigmática plaga, mas muy a su pesar no encontró nada. Ni siquiera la gran biblioteca de Quel'Thalas había contemplado algo semejante. Fioriel parecía contrariada. Empezó a albergar serias dudas a cerca de su origen. La naturaleza en sí misma jamás había creado algo tan funesto y oscuro. Cuantas más respuestas buscaba, nuevas preguntas asaltaban su mente. "¿Y si su origen es mágico?", "¿Habrá alguien lo suficientemente demente como para crear semejante aberración?". 

Mientras tanto, Lordaeron y los reinos vecinos parecían más preocupados por el alzamiento de la Horda y el despertar de los antiguos clanes. El grueso del ejército, asistidos por los caballeros paladines de la Mano de Plata, se movilizó a las laderas Trabalomas y el sur de Argénteos para contener posibles ataques. Fioriel comprendía la preocupación del Rey Terenas II, los orcos habían arrasado reinos enteros tiempo ha y podrían volver a hacerlo si lograban reagruparse. Simplemente se decantó por el peligro más inminente. 

Tras los acontecimientos acaecidos en Stratholme llegó a su conocimiento la horrible verdad. Una criatura alada, más bestia que hombre, parecía haber estado moviendo los hilos desde las sombras todo este tiempo, como si de una diabólica partida de ajedrez se tratase. Un sudor frío recorrió su espalda cuando cayó en la cuenta de lo que estaba pasando. El miedo se apoderó de cada sensación. Aquella criatura era sin lugar a duda un Señor del Terror, una de los seres más viles y poderosos del cosmos. ¿Y si la legión ha vuelto para vengarse de Azeroth después de diez mil años? ¿Y si la plaga era solo el comienzo? Debía investigar, pero no encontraría respuestas sentada en una biblioteca. Fioriel viajaría al corazón de la oscuridad. 


Investigación en Northrend[]

Fioriel estaba acostumbrada a largas travesías por tierra y mar, pero ésta en particular la había dejado muy mal estómago. Habían pasado la noche navegando directamente hacia el techo del mundo, Northrend. Su billete a bordo no había resultado especialmente barato. Pocos mercenarios estaban dispuestos a navegar a tan altas latitudes, y mucho menos adentrarse en las gélidas aguas septentrionales arriesgando su barco y su tripulación en el proceso. Por lo que a Fioriel respecta, tanto el barco como sus tripulantes significaban más bien poco. Había mucho en juego, y ni la más alta montaña ni el vasto océano la iban a detener. 

El este de Northrend es una región fría y baldía. Estrechos fiordos cortan las altas montañas, numerosas cascadas salpican el paisaje en su descenso por las laderas de los picos helados, y sempiternos glaciares se yergen desafiantes. El espectacular paisaje no había variado demasiado desde el apogeo de la civilización elfa. A lo largo de las riveras, hacia el interior y al final de cada fiordo, pequeñas comunidades Vrykul controlan el perímetro. A pesar de no haber mantenido contacto con ningun Vrykul, Fioriel ya conocía sus fieras costumbres y estilo marcial. Al menos un par de tomos en la biblioteca de Eldre'Thalas relatan los usos y costumbres de estas primitivas criaturas. Lo más sensato sería intentar pasar desapercibidos.

El Cementerio de Dragones[]

El barco no se arriesgaría a acercase demasiado y encallar en el yermo paraje. Aquellos cuya intención fuera desembarcar habrían de hacerlo individualmente y en botes de remo. Después de casi diecinueve horas navegando en completa oscuridad, el sol comenzó a asomar, tímido, casi acariciando el horizonte y tiñendo los cielos de un color verdoso. El mar estaba en calma, había llegado el momento. Fioriel se dirigió a la orilla sin más dilación acompañada por dos remeros que, tan pronto alcanzaron el litoral, volvieron a la relativa seguridad del barco.

Sad

A su paso por Northrend

En cuanto Fioriel puso el pie en la costa supo al instante que había algo extraño en aquel lugar. Un ambiente amenazador se cernía sobre ella como si de una presencia maligna se tratase. El incesable e impetuoso viento cortaba su piel y nublaba su visión, mientras que una intensa náusea en la boca del estómago comenzó a aflorar tan pronto como se adentró en el continente helado. Ni siquiera su potente encantamiento para aislarla del frío evitaba sentir escalofríos. Estaba claro que no era un lugar para los vivos.

Una sombra se abalanzó sobre la inadvertida maga, sobresaltándola. Fioriel tuvo tiempo de apreciar cómo una criatura encorvada de garras afiladas y dientes putrefactos se acercaba desbocada hacia ella. No lo pensó siquiera, unos gestos con sus dedos fueron necesarios para crear una barrera de maná impenetrable, por el momento. Al volver la cabeza, descubrió que otra de estas criaturas arremetía contra el muro arcano. Era la primera vez que la arcanista Altonato veía en persona a no muertos. Tras recomponerse del ataque sorpresa, Fioriel alzó su brazo izquierdo y conjuró una tromba arcana que dirigió sobre el no muerto más cercano. Una explosión de vísceras y carne salieron despedidas en todas direcciones. El asalto encarnizado del segundo ente terminó violentamente cuando Fioriel lo envolvió en llamas y lo dejó derretirse en la nieve. 

Fioriel observó el el horizonte, preocupada. Una oscuridad sobrenatural absorvía toda luz y vitalidad del ambiente. Rápidamente noto un patrón común en su travesía: cuanto más al norte se encontraba, más muertos vivientes salían a su encuentro. Varias veces se vio tentada a usar un hechizo de camuflaje con el entorno, enmascarando su presencia, sin embargo las duras condiciones climáticas y el consecuente gasto de energía para mantener la ilusión activa resultarían extenuantes. Su último encuentro con un Señor de la Cripta que emergió a escasos metros de sus pies por sorpresa la había agotado sobremanera y no parecía que la situación fuese a mejorar.

Exhauta y carente apenas de poder mágico, Fioriel estuvo a punto de replantearse la ruta y deshacer sus pasos. 


El Culto de los Malditos[]

Interes​es Propios[]

(Próximamente)









Apariencia[]

Apariesncia

En su madurez

Fioriel cuenta con una considerable altura de 200 cm erguida, de ojos verdosos y cabello azul turquesa. La simetría de sus rasgos faciales incrementa significativamente su belleza innata. Desde pequeñita Fioriel siempre ha tenido un metabolismo rápido y una actitud nerviosa, gozando así de una estilizada y delgada figura. Aunque en una ocasión estuvo tentada a marcar su rostro con los tatuajes típicos de su raza, llegado el momento no lo hizo. Fioriel cuenta con un vestuario más bien escaso pero hermoso. Entre sus pertenencias más preciadas se encuentra un vestido que, segùn ella, perteneció a la mismísima Reina Azhsara.


Carácter[]

Por todos es sabido lo arrogantes, altivos y orgullosos que los Altos Nacidos pueden llegar a ser, y a ellos parece no importales en absoluto. Fioriel se mueve muy comodamente en esa descripción. Posee un vasto orgullo y una soberbia que, en ocasiones, roza la insolencia. Si en algún momento se siente incómoda o algo la molesta no dudará en hacerse de notar con una franqueza casi hiriente.

A pesar de su actitud temperamental, Fioriel ha aprendido a soportar y ser paciente. Al contrario que muchos miembros más conservadores de su estirpe, ella no discrimina las demás razas mortales. Simplemente determina si alguien es merecedor de su atención por su intelecto y buen juicio.

Su paso por las tierras heladas de Northrend dejaron huella en Fioriel. Siente una profunda aversión por los no-muertos, y especialmente los nigromantes.

Está tan acostumbrada al uso de la magia arcana que ha sufrido un proceso de automatización: sus decisiones está fuertemente marcadas por el instinto.

El sentido del humor es algo que Fioriel tiene en alta estima. Siente adoración por la ironía y el sarcasmo, siendo éste su método preferido para burlarse de cualquier sujeto sin importar su raza o posición.



Familiares y Relativos[]

Elfo de la noche Al'fredan: Hermano (Fallecido)

Altonato Sendovier: Padre (Fallecido)

Altonato chica Sheivar: Madre (Fallecida)

Elfo de sangre Casparnis: Amigo íntimo

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