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Cuento popular escrito por Erenndussil. Hilo original aquí.



Un día como otro, el viejo y noble sacerdote venido desde Ventormenta, se encontraba en una de las estancias de Thelsamar dándole cobijo y alimento a un joven gnomo huido de Gnomeregan, que había encontrado en uno de sus viajes por Reinos del Este. Este gnomo iba medio desnudo antes de que dicho sacerdote que por cierto era un humano y muy apuesto en su día cabe añadir, pero con el tiempo fue recibiendo prendas del sacerdote para cubrirse en los fríos días de invierno, luego fue comida y por ultimo una gran suma de dinero para pagarse su hospedaje en una fonda en la ciudad de Thelsamar. Y el gnomo que aunque agradecido de lo que adquirió aun se preguntaba ¿Y por qué en Thelsamar? ¿Por qué no en la imponente Ventormenta o en cualquier otra de las capitales? Se hacía a la idea de cual sería la respuesta a su pregunta, aunque cansado de aquel ámbito enánico, los enanos eran muy animados, y como tal, todas las noches organizaban grandes fiestas en la taberna del pueblo donde gritaban, arrojaban cervezas, cantaban... Era la razón por la que en ese pueblo los ciudadanos siempre tenían una pequeña sonrisa dibujada en el rostro, también es verdad que a altas horas de la noche cuando para el pequeño gnomo ya había acabado la fiesta y volvía hasta su alojamiento en la fonda para descansar escuchaba los aullidos de los enanos y muchas veces no podía ni dormir y mira si gritaban que aun estando las habitaciones unos pocos metros por debajo de tierra (la típica construcción enánica) seguía escuchando perfectamente las voces de sus "amigos" a los que maldecía el y su almohada (a la que zarandeaba cada vez que escuchaba alguien o algo) todas las noches.

En resumen que al acabar de darle la comida que había traído consigo desde Ventormenta (restando el grano de pan que venía de Villanorte), se dispuso a volver otra vez a Elwynn a pie como siempre, aunque no todo el camino, en un extremo de Loch Modan antes de llegar a Las Estepas Ardientes había una pequeña casa de un enano donde le proporcionaba o un grifo o un caballo que le llevaría lo que quedaba de viaje. A medio camino de esta se topó con un cazador enano muy testarudo (o eso averiguaría al cabo del rato) que estaba probablemente estaría buscando un cervato para darle caza. Y justo cuando el sacerdote paso al lado del cazador tranquilamente por el sendero, un cervato emergió del arbusto que había justo detrás el cazador, el cazador había estado esperando mucho rato a que apareciera o eso aparentaba y había dejado su escopeta en el suelo a unos metros de el pero inundado por los nervios y la prisas de que se le escapara el cervato después de tanto rato esperando el enano comenzó a correr detrás del cervato, una tontería porque la criatura corría mucho más que el enano. Fue entonces cuando el enano cayó en un agujero prácticamente de su tamaño por el que luego le costaría bastante esfuerzo salir de el. Lo peor es que eso no era un simple agujero... ¡sino la entrada a una cueva donde habitan enormes Rondadoras del bosque! Unas arañas que aun humano le llegarían por la cintura o incluso por el pecho. Rápidamente el enano salió despavorido del agujero y fue entonces cuando ayudándose de la tierra que había alrededor del agujero se enderezo e hizo caer un bloque enorme de tierra dentro del agujero. De repente de detrás del enano apareció una enorme Rondadora del Bosque. Y acto seguido, un oso enorme con un pequeño corte en una de las orejas, comenzó a devorar a la araña. Era increíble como había podido sobrevivir el enano con tanta suerte, pero el enano era bastante caprichoso y volvió corriendo hasta su escopeta, la tomo apunto bien apretando la lengua con los dientes y cerrando un ojo para mas precisión y.... ¡PUMM! El enano había disparado al oso, solo que había fallado, este comenzó a huir y desapareció entre el frondoso bosque de Loch Modan. El sacerdote se frotó la media calva perplejo por la escena que había visto y retomó su caminó.

Unos escasos días después, no llegara a una semana el sacerdote volvió a Thelsamar para traerle mas comida al joven gnomo, o al menos estaba de camino. Justo cuando caminaba por el sendero donde la ultima vez el cazador de la zona le había sorprendido con una escena, se volvió a encontrar con aquel montaraz. El sacerdote se percató de que había puesto una trampa para osos entre unos arbustos cerca del bosque donde huyó el oso y entonces el sacerdote le preguntó ¿Por qué quieres atrapar al oso que te salvó?. El enano gruñó sin responder a la pregunta.-Insisto- insistió el viejo humano al cazador.-En la naturaleza o cazas o eres cazado- masculló el enano mientras se mantenía mirando a todos lados con su escopeta.-Espero que sepas lo que dices...-dijo el anciano. Justo cuando ya se marchaba apareció un oso andando lenta y despreocupadamente, parecía ser el mismo oso que la ultima vez, tenia el mismo corte en la oreja y era igual de grande y pesado. El enano gritó tal vez para sabotear su propia cacería porque mas !@#$% no podía ser, ya que al escuchar el oso al enano comenzó a correr hacia el bosque, el enano le imitó y.... ¡PUMM! Pisa la trampa del oso, es que era para aplaudir al enano de lo mal cazador que era...-Creo que la naturaleza no quiere que lo caces, devuelve le el favor al oso y deja lo en paz- soltó el sacerdote eufórico por tener razón, mas claramente imposible.-¿¡Tu has visto el tamaño de ese oso¡? ¡Ni loco lo dejo escapar!- rugió el montaraz frunciendo el ceño hasta que este le estallara (probablemente). El sacerdote, tranquilo siguió su camino hasta Thelsamar. Al día siguiente el humano tuvo que hacer el mismo trayecto de vuelta, pero esta vez volvía con un obsequio del gnomo por la ayuda que le había ofrecido, pues ya nunca tendría que enviarle comida ni dinero, el gnomo había empezado a trabajar como obrero, por inventar una especie de alta voz que amplificaba la voz de quien lo tenia cerca (esto solo es un cuento no se sabe a ciencia cierta que parte puede ser real o no). El sacerdote llevaba consigo una de las mil unidades que se crearon para distribuir para el continente y una vez mas se topó con el mismo cazador de siempre, en el mismo camino de siempre haciendo la misma tontería de siempre, es decir cazar, porque el enano no sabía, al parecer... El enano seguía centrado en su propio trabajo pero aunque se había percatado de la presencia del humano decidió no hacerle caso. Y una vez mas la escena se repitió aunque mejor que nunca... un oso enorme apareció corriendo, esquivó la trampa para osos, parecía que fuera a atacar a alguien pero no iba ni hacia el montaraz ni a por el sacerdote. Pero entonces el enano disparó al oso, esta vez no falló pero... la piel del oso era tan gruesa que apenas solo le hizo una pequeña herida. El sacerdote se percató de que no era el oso de siempre, pues no tenia el corte que solía llevar en la oreja, por eso y por otros aspectos físicos de la bestia. El oso se giró y embistió al cazador con fuerza este cayo al suelo sin apenas fuerzas para levantarse, aunque normalmente un oso normal abría arañado o mordido al enano parecía extraño.... La criatura se levanto, al principió fue como un oso normal pero su espalda fue enderezándose cada vez mas y mas, parecía perder el pelaje o al menos volver a sumergirse en la piel y fue en aquel momento cuando el enano supo el error que había cometido, no había atacado a un oso... ¡sino a un cambia-pieles! Era un Kaldorei de hecho, y este levanto al enano por la oreja, parecía que el enano se había encogido. El Kaldorei le miraba fijamente con el ceño fruncido sin perderle de vista ni un momento. Se preguntaría en enano ¿Que narices hace un cambia-pieles por esos lugares? las posibilidades eran remotas, pero tal vez el sacerdote si tenia razón, la naturaleza o mas bien el destino se la a jugado pero bien. El montaraz comenzó a agitarse hasta liberarse de las manos del agresor, tomó su escopeta y salió corriendo mientras iba cayendo del miedo. A pesar de que, por el hecho de que no tendría que visitar mas al gnomo para regalarle comida o darle dinero, no pasaría muchas veces mas por ahí, si que llego a visitar aquel lugar alguna otra vez pero eso sí. No volvió a ver al enano jamas o al menos no con una escopeta en la mano.

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