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Dalria Brisanocturna
Imagen de Dalria Brisanocturna
Información del personaje
Servidor Los Errantes
Apodo Dal
Género Femenino
Raza Kaldorei
Edad 386 años
Clase Centinela
Alineamiento Neutral Bueno
Ocupación Centinela
Lugar de nacimiento Nordrassil
Afiliación Elune-Adore, Darnassus
Estado Fallecida

Trasfondo[]

Historia previa[]

Dalria nació y se crió en Nordrassil junto a su hermana gemela Nahim. Poco cabe destacar de su infancia, quizás la enorme pasión por la naturaleza que despertó en ella tempranamente. Salía de casa y corría hacia el bosque. Quizá volvía un par de días más tarde, llena de magulladuras y la ropa hecha un desastre.

Con la Tercera Guerra, su familia se marchó a Claro de la Luna. Sus pequeñas escapadas seguían siendo igual de frecuentes. Ya desde bien jovencita sabía que lo suyo eran los bosques y los animales. Aún con sus escapadas, siempre se mantenía cerca de su hermana gemela, de la cual siempre se sentía protectora. Vivió y vio mucho mundo, pero decidió establecerse en Auberdine para comerciar comida fresca y armaduras de cuero en los puertos de Auberdine y Ventormenta.

Empezó a perder contacto con su hermana cuando esta abandonó sus costumbres para casarse con un humano, justo a la par que también desapareció el kaldorei con el que Dalria se había prometido poco tiempo antes y del que esperaba un vástago.


El inicio de los Centinelas de Elune[]

Pocos meses después, Dalria recibió una misiva que la citaba en una de las tabernas de Ventormenta, días más tarde de conocer a un gnomo de cabellos verdes, Baenre. El kaldorei que la citaba, Thoribas, iba a ser su nuevo compañero en una Orden recién formada que buscaba reivindicar su raza. Así fue como ambos, bajo órdenes del Templo, formarían la Orden de los Centinelas de Elune, más adelante renombrada como Elune-Adore.

Deliantha1

Dalria patrullando la linde entre Costa Oscura y Vallefresno.

Thoribas y Dalria, bajo el tabardo de los Centinelas de Elune, acudieron a la llamada a las armas de Vallefresno. La Horda volvía a amenazar los bosques y ellos no iban a quedarse de brazos cruzados. Aunque ella insistía en participar en combate como arquera, lejos de las armas cuerpo a cuerpo de los enemigos, Thoribas insistía en que se mantuviera lejos del fragor de la batalla. Aunque el kaldorei le pareciera un prepotente al principio, tal vez era por su parecido físico con Ayshlad ―su prometido desaparecido meses atrás― o por la preocupación que mostraba por ella y por su hijo no-nato, empezaba a sentirse a gusto a su lado, a confiar en él, haciéndola sentir débil y vulnerable.

Alrededor de mes y medio tras la batalla en Vallefresno, Dalria llamaba a su compañero a través de su comunicador, asustada. Unas fuertes contracciones se apoderaron de su cuerpo y el alumbramiento de su hijo era inminente. Sin embargo, Thoribas no respondió a su llamada. En su lugar, fue Baenre, el molesto gnomo que se encontró en Ventormenta y que los había seguido hasta Kharanos en uno de sus fallidos intentos de reclutamiento, quien la asistiría en el parto. En cuanto tuvo al pequeño sobre su pecho, susurró su nombre. Erglath.

Baenre había anunciado que se llevaría al pequeño, aunque no había dicho por qué ni para qué, y así lo hizo al día siguiente de su nacimiento. Dalria, todavía débil y sin fuerzas tras dar a luz la noche anterior, intentó ir tras el gnomo que se llevaba a su pequeño. Thoribas creó un muro helado entre ambos al enterarse de lo acontecido, como reprochándole el no haber hecho más para detener a Baenre.

Cuando todo parecía haber vuelto a la normalidad y ambos habían cesado la búsqueda del gnomo y de Erglath Brisanocturna, Thoribas debía partir hacía el norte. La noche anterior a su marcha, Dalria y Thoribas compartieron lo que sería para ella una noche mágica, siendo ambos interrumpidos por Baenre, quien volvió a desaparecer tal como apareció y sin dar ninguna pista sobre el paradero de Erglath. Aunque Dalria deseaba matarle, sabía que no debía. Todo lo que sabía era lo que el pequeño humanoide le decía: su hijo estaba bien.

Vientos de cambio[]

Cuatro meses más tarde, Thoribas volvía de Rasganorte. En el tiempo que él había estado fuera, Dalria habia estado entrevistando a posibles reclutas y, mientras tanto, la Horda había comenzado a ganar terreno en Vallefresno. Tal era la situación que pronto iban a llegar a Astranaar. Los Centinelas de Elune se moverían hasta allí para defender el pueblo.

Al llegar de nuevo a la capital humana, la kaldorei se mostró molesta y fría con Thoribas. No se había puesto en contacto con ella en todo el tiempo que había estado en Rasganorte y aquello la encolerizaba. Parecía haberse ido de vacaciones mientras ella hacía todo el trabajo sucio de la Orden, por no hablar de que a lo que tuvieron antes de su marcha él lo nombró un error. Por si fuera poco, se había estado instruyendo como druida y la había acompañado por los bosques de Vallefresno bajo su forma felina sin que ella supiera nada. Afortunadamente, un nuevo recluta se puso en contacto con ella, Dath'anar Filo Sombrío, pero en su opinión llegaba tarde. Astranaar se hallaba bajo asedio de la Horda y había sido reducido a cenizas.

Thoribas iba a quedarse de brazos cruzados con el tema referente a Astranaar. Desde que había regresado, se tomaba todo con demasiada calma, ¿o tal vez pasividad? Dalria decidió empezar a tomar las riendas de la Orden y movilizó a los pocos miembros que tenían hacia Atalaya de Maestra. Aunque fueran a una muerte segura, iban a morir cumpliendo con su objetivo, morirían defendiendo tierras kaldorei del invasor enemigo. Dalria estaba encantada con el nuevo recluta, Dath'anar. Estaba ansioso por moverse, por ayudar a la causa, y sabía que era alguien que no obedecería las órdenes ciegamente, que jamás haría algo que fuera contra sus propios principios. Tal vez Elune había empezado a sonreír a la Orden.

El recién instruido como druida, Thoribas, seguía en sus trece de no mover ni un dedo. Dalria, al regresar a Darnassus, se dirigió al Templo de la Luna y a informar del comportamiento de su compañero. A las puertas del templo se hallaba el susodicho, quien afirmaba que sin él no podría hacer nada, que no sería capaz de salir adelante. La joven, harta de bailar a su ritmo, de que las conversaciones se acabaran cuando él quisiera y de que la menospreciara, le plantó cara. Todo el tiempo que habían pasado juntos, él se había impuesto por encima de ella. Era Thoribas quien siempre había llevado la batuta y Dalria la que se había dejado manejar a su antojo hasta el punto de dejar que se aprovechara de ella. Pero era hora de que las cosas cambiaran, y ese fue el momento en que ella iba a tomar las riendas de la Orden por su cuenta.

Alianza y Horda habían firmado una tregua aparentemente. La Horda no iba a ceder el territorio que la Alianza había perdido, pero al menos eso significaba que no seguirían avanzando más. Dalria lo tomó como una buena noticia. Fue el mismo día que volvió a ver a su hermana, quien parecía querer avergonzarla frente a Dath'anar por no haberse casado aún y por tener una criatura. La kaldorei no podía creer que su hermana estuviera actuando de ese modo. "¿Cuánto tiempo ha tardado en abandonarte el padre? Quizá esté con otra". Fueron palabras que se clavaron como un puñal en lo más profundo de su ser. No era que aún le doliera la extraña marcha del que otrora fue su prometido, si no la forma de actuar que Nahim había adoptado. Y tal y como apareció, se marchó.


Fin de una etapa[]

El día en que Dalria, aprovechando que no había movimiento en ninguna parte y que la Orden del Alba de Plata se estaba encargando de unos problemas en el Bosque de Elwynn, se puso en marcha para volver a emprender la búsqueda de su hijo, un kaldorei bajó del barco que ella iba a tomar mientras le entregaba una especie de fardo envuelto en una tela. Habían hallado el cuerpo de su pequeño en Canción del Bosque con una nota en la que ponía su nombre. Al descubrir el rostro del infante y ver que era él, el mundo se le vino encima. Todas sus esperanzas y todo su aliento se desvanecía en un abrir y cerrar de ojos.

La Orden de los Centinelas de Elune permanecía inactiva y sin más reclutas. La tranquilidad carcomía a Dalria por dentro, quien seguía aguantando los incesantes ataques de Thoribas a través del comunicador. Era él o ella, pero ya tenía suficiente recordando la muerte de su hijo como para tener que aguantar que el Archidruida de la Orden estuviera contínuamente intentando imponerse. Uno de los dos debía ceder o caer, y Dalria no estaba dispuesta a ser ella quien se dejara pisotear. No otra vez. Las peleas eran casi diarias, y aunque Dalria ya había acudido al Templo de la Luna y le habían contestado que necesitaba nombrar a un co-líder para sutituir a Thoribas, había vuelto a insistir. Esta vez, la joven se ponía al frente de Centinelas de Elune , pues en el Templo habían decidido degradar al kaldorei para sorpresa de él.

Tras un tiempo sin saber de Thoribas, Dalria decide preguntar en el Templo de la Luna, pero lo único que obtiene por respuesta es que se ha desvinculado del Templo y que partió a Costa Oscura. Dado a que el druida estaba a las órdenes de Fandral Corzocelada, optó por pedir audiencia con él. Thoribas se había dirigido hacia Karazhan. Puesto que quería hacerle una oferta, Dalria decide ir en su busca pese a las advertencias de Dath'anar.

Una vez cerca de Karazhan, un Caballero de la Muerte humano la deja fuera de combate. Al despertar, Dalria se halla en una cripta subterránea y no hay ninguna salida por la que escapar. Se pone brevemente en contacto con Dath'anar mediante el comunicador. Entretanto, Thoribas la acecha por los diversos pasillos de la cripta y la golpea hasta hacerle perder el conocimiento. Despierta en un lugar pequeño y cerrado, en una especie de cripta dentro de la que ya estaba, malherida y sin fuerzas. Dath'anar finalmente da con ella y la lleva a Villa Oscura, donde la deja descansar y recuperarse de sus heridas.

Decadencia y muerte[]

De nuevo en Darnassus y aún herida, Dalria decide reposar en la base de la Orden, ya rebautizada como Elune-Adore. Thoribas aparece de vez en cuando, esquivo, pero finalmente Dath'anar acaba con él.

Tras lo sucedido en las catacumbas del Paso de la Muerte, Dalria se obligó a sí misma a parecer fuerte. Aunque tiempo después fuera compañera sentimental de Dath'anar, el miedo había plantado ya su semilla en ella y las pesadillas la acechaban continuamente. Los horrores vividos allí la habían vuelto susceptible, desconfiada, asustadiza. Pese a que pareció mejorar tras unos meses, todo fue una caída en picado desde que Dath'anar se marchó de su lado. La Orden se estancó y Dalria decidió participar en las batallas que se le presentaban. Se había vuelto más sangrienta y no dudaba en arriesgarse.

Dando un paseo por los alrededores de Theramore, en defensa de la misma , avistó a un elfo de sangre. No estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad, así que fue tras él. Cuando le alcanzó y comenzaron a combatir, fue herida de gravedad. El Sin'dorei se disculpó, pues no había intentado herirla en ningún momento, tan sólo intentaba pasar información a la Alianza sobre nuevos movimientos de la Horda. Aun sin confiar demasiado en él, se puso en contacto con el líder del Alba de Plata , Tristan de la Tour , quien le hizo acudir a la Mano de Tyr.

Al llegar, la Orden debía marcharse para acudir a un nuevo frente. Algunos de sus miembros se quedarían en la Mano de Tyr y otros contrastaban la información dada por el Sin'dorei. Sin embargo, la herida en el costado de Dalria era grave y no había sido tratada. Aunque se intentó salvar su vida, falleció debido a la gravedad de la misma y la infección.

Apariencia[]

Alta y delgada, con cintura de avispa y piernas firmes y trabajadas. Porta un elaborado recogido para que su larga y blanca cabellera no le estorbe en ningún momento. Sus ojos, rasgados cual felino -lo cual le da un cierto aire salvaje-, emiten un tenue brillo blanquecino. Sus labios, carnosos y rojizos, invitan a ser probados.

Carácter[]

Fue criada junto a su hermana en Nordrassil, rodeada de naturaleza. Este hecho hizo que se enamorara de ésta y de lso animales que la habitan. No confía en las demás razas dado a su alejamiento de éstas durante su infancia. El pasar la mayor parte del tiempo en los senos de la madre tierra hizo que se despreocupara totalmente por su físico e imagen, hecho que aún sigue viéndose tras tantos años.

Leal, honesta y sin pelos en la lengua. Dice cuanto debe decir, procurando mantener siempre la cordialidad, aunque resulta fácil sacarla de sus casillas. Tiene dotes de liderazgo, aunque le aterra la idea de mandar a alguien a la guerra y, en caso de haber bajas, se autoculparía durante largo tiempo. Le cuesta hablar de aquello que le ha producido dolor alguno.

Familiares[]

  • Elfo de la noche Ithillior Brisanocturna: Padre (fallecido)
  • Elfa de la Noche Meridia Lunanívea: Madre (fallecida)
  • Elfo de la noche Erion Brisanocturna: Hermano
  • Elfa de la Noche Nahim Brisanocturna: Hermana (desaparecida)
  • Elfa de la Noche Freja Cantoestelar: Cuñada (fallecida)
  • Elfo de la noche Mathrentar Brisanocturna: Sobrino (fallecido)
  • Elfa de la Noche Dos sobrinas semi-elfas, nombres desconocidos (desaparecidas)
  • Elfo de la noche Ayshlad: Antiguo compañero (fallecido)
  • Elfo de la noche Dahrenaar Furialunar: Compañero
  • Elfo de la noche Erglath Brisanocturna: Hijo