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Enthelion Cumbre Umbría
Imagen de Enthelion Cumbre Umbría
Información del personaje
Servidor Los Errantes
Apodo El Cuervo de Lordaeron
Título Lord
Raza Humano
Edad Treinta y tres
Alineamiento Neutral
Lugar de nacimiento Ciudad Capital, Lordaeron
Residencia Burgo de Poniente, Claro de Suldabad
Afiliación Casa Umbría
Estado Desaparecido

Trasfondo[]

Origen[]

Enthelion (pronunciado «encelion» o, fonéticamente, «en'θéljon») nació en Ciudad Capital, que pasó a convertirse en Entrañas.

Este lordanés, de familia más que acomodada, se crió hasta cierta edad con relativos lujos.

Su madre, ferviente creyente de la Luz Sagrada, tenía un trabajo monótono aunque bien pagado. Era una de las administradoras de la Corte; todo de cuanto tenía que ocuparse se resumía en el papeleo burocrático y la cría de su único hijo.

En cambio, el padre de Enthelion fue en sus días un notable espadachín. De hecho, fue uno de los preseleccionados para ocupar una vacante como defensor del Trono en Ciudad Capital, pero su escasa capacidad para mantener la boca cerrada en los peores momentos, sumada a unos idealismos baratos más propios de jóvenes revolucionarios que de hombres de prestigio, le llevaron a «ser invitado a marcharse». Fue destinado a cuidar de la almenara más próxima a la capital de Lordaeron, encontrándose sometido desde entonces a una vida aburrida y carente de sentido para un hombre como él.

Pero, quién lo iba a decir, fue este hecho el que salvó al antaño joven Enthelion de morir durante la caída de Lordaeron. Su padre abandonó la almenara en pos de defender la ciudad; el muchacho, su madre y el servicio intentaron huir hacia el bosque. Ninguno sobrevivió. Ninguno, salvo aquél que es obvio.

Nadie sabe cómo el muchacho consiguió salir vivo ese día, cómo logró escabullirse de todo aquello. Quizá parte de la culpa la tuviese el entrenamiento al que le sometió su padre desde que ni siquiera era capaz de sujetar un arma, quizá fuese el hecho de anteponer la lógica paterna a la ciega fe materna, o quizá tan sólo suerte a raudales y una consecución de actos fortuitos que le llevaron a permanecer con vida, lejos de todo pronóstico.

Pasaban los años, nadie conocía su historia y todos le tachaban de ser un tipo raro, misterioso y, cómo no, peligroso; los típicos prejuicios humanos. Aunque quizá no se equivocasen demasiado, ¿cómo un chico tan joven podía sobrevivir solo? Tan sólo pasaba contadas veces al año por Costasur y algunas aldeas próximas, todas en el norte. Llegaba, se daba un baño, lavaba sus trastos, robaba algo de munición y tabaco si se daba la oportunidad, y dormía una noche en cama mullida para desaparecer durante otro buen puñado de meses.

Los posaderos aseguraban que era un contrabandista, mientras que las mujeres se inclinaban por tacharlo de asesino o violador: «se le ve en los ojos», decían. No se quedaba atrás la gente de campo, ignorante y fantasiosa, que repetía tonterías varias; demasiadas para reflejar siquiera la mitad de ellas. Los ancianos, en cambio, guardaban silencio y, cuando algún niño les preguntaba, esbozaban una sonrisa algo retorcida y decían: «un joven sin suerte, un desgraciado con poca fortuna; nada más que eso».

Desapareció bastantes años, el tiempo suficiente para que los pocos que se acordaban de él lo desterrasen por completo de su memoria. Ni siquiera este humilde narrador sabe lo que hizo durante aquellos años, pero sí que tras esa etapa se dejó ver en la Ciudad de Ventormenta para terminar ingresando en una de las unidades del Ejército, «Espadas». Transcurrieron varios meses de entrenamiento en Theramore, dándose de baja del servicio militar tiempo después. Toda su vida -al menos durante esta etapa- ha estado marcada por desapariciones, reencuentros con conocidos y más desapariciones. Nunca estaba demasiado en un sitio y pocos conocían su paradero el resto del tiempo; simplemente, no estaba.

Membresía a la Casa Landcaster y nombramiento como Sir; «el ascenso»[]

Tras estas pinceladas iniciales viene su etapa más «conocida». Hace aproximadamente un lustro y medio ingresó en la Casa Landcaster como un mero soldado, un soldado que comenzó a ascender hasta situarse como la mano derecha de Lord Adkins Landcaster gracias a sus particulares habilidades, siendo nombrado Sir.

A cambio de un generoso salario y de un puñado de privilegios, el entonces Barón de Villa del Lago sacó partido del lordanés, el cual solucionaba aspectos espinosos con cierto... tacto. Su principal arma era -y es hoy en día- su capacidad para discurrir, su cautela y su sentido común. Todo esto, combinado con una mente despierta y vivaz, contribuyó a hacerle capaz de ganarse la confianza de los enemigos de Lord Adkins Landcaster, a fin de eliminarlos más fácilmente o manejarlos a su antojo.

Es por todos sabido que la Casa Landcaster sufrió una importante crisis, llegando casi a desaparecer de una forma no demasiado ortodoxa, sino extraña y envuelta en múltiples polémicas e ilegalidades. Enthelion hizo lo propio y se largó sin dejar rastro, pero dos años después volvió a situarse al lado del que era su Señor cuando la Casa Landcaster se recompuso y se asentó en el Condado de Montenor. Sin embargo, muchos afirman que jamás llegó a separarse del que otrora fue Barón de Villa del Lago. En esta convulsa época, y como puede intuirse por estas líneas, Lord Adkins dejó de ser el Barón de Villa del Lago para convertirse en Conde de Montenor.

Matrimonio, creación de Casa Umbría y nombramiento como Lord; «la cúspide»[]

Sea como fuere, cinco años después, contrajo matrimonio con Vera Drake (Lady Vera Cumbre Umbría a partir de entonces). En esa misma ceremonia, Lord Adkins Landcaster lo nombró Lord y «Guardián de los Secretos» (título honorífico, como tantos otros, sin validez fuera de la Casa Landcaster), anunciando la creación de Casa Umbría, ente nobiliario que tendría como cabeza visible a nuestro protagonista. Por tanto, Enthelion dio un paso más: se convirtió en el Señor de una Casa atada a la Casa Landcaster y comenzó a gobernar sobre el territorio que con ella venía, el Claro de Suldabad.

Al poco tiempo de contraer matrimonio nació la que se suponía iba a ser su primer retoño, Astrid Cumbre Umbría. Sin embargo, cuando ésta rondaba los seis meses de edad, otra «personita» entró en la vida de los Señores de Casa Umbría. Andrew Niebla, hijo bastardo de Enthelion y de madre desconocida por aquel entonces, comenzó a convivir con su medio hermana y el resto de la familia a la tierna edad de tres años. Aunque esta aparente estabilidad familiar daría un vuelco en los meses venideros...

Retrato de la familia Cumbre Umbría

Enthelion, Vera y Astrid posando para un retrato familiar (ilustración por @anuanturus)

En esta etapa también se oficializó o publicitó, por llamarlo de alguna manera, el amor por la tierra de Lordaeron que profesaba, y sigue profesando hoy día, el humano que nos ocupa. Si bien no es un hombre -al menos a primera vista- idealista, ni al que le interese en exceso el honor, pocos dudarían de que acudiría sin dilación a la llamada por recuperar el antiguo reino humano. Si bien los más cercanos ya conocían esta faceta de Enthelion, el resto se ha podido dar cuenta gracias a, entre otras tantas cosas, el blasón de la Casa que nuestro protagonista preside, donde el símbolo de Lordaeron reposa orgulloso.

Retomando el hilo de lo acontecido, Enthelion continuó en su puesto durante el ataque de la Legión Ardiente a las Islas Abruptas y, ante la ausencia del Conde de Montenor y del que fuera por aquel entonces Lord Comandante, se esmeró en conseguir que la paz y la estabilidad se mantuviesen con firmeza en todo el Condado de Montenor. Más tarde, mientras la Alianza se enzarzaba en una guerra sin cuartel contra la Horda, Enthelion afianzó su poder en el seno de la Casa Landcaster con varios golpes de efecto.

Historia reciente; «el declive»[]

Acercándonos a nuestros días, la situación da un inapelable vuelco: Lord Adkins Landcaster fallece por causas de las que este buen relator no quiere dejar constancia. Con su marcha hacia las Tierras Sombrías, Montenor es asfixiado por el vacío de poder y tanto el Condado mismo como la Corte de Lord Adkins se ven partidos a la mitad, cada uno enarbolando un pretendiente para la corona condal. Uno de los dos bandos que emergieron, en el que se encuentra aquél que nos ocupa, apoyó fervientemente al heredero de Lord Adkins, su hijo Tythos; mientras tanto, el otro hizo lo propio con Lady Isolde, sobrina del mismo. Esta disputa, que amenazaba con desembocar en una guerra civil, terminó con la firma de un tratado que, entre otras cosas, conformaba el poder condal como un animal bicéfalo: Tythos e Isolde contraerían matrimonio y ocuparían los puestos de Conde y Condesa de Montenor. Y efectivamente, así fue. Enthelion, aun contento con el resultado, no pudo evitar perder gran parte de su influencia sobre el Condado y la Casa Landcaster, viéndose obligado a esforzarse más que nunca para, simplemente, no perder cuanto había conseguido hasta el momento. Acechado por intrigas e intereses contrapuestos, el lordanés era muy consciente de que cualquier descuido podía suponer el final de la acomodada vida que pretendía transmitir a los suyos... e incluso de algo más.

Y con el revés del fallecimiento de Lord Adkins aún a cuestas, la vida le obsequiaba -por si fuera poco- con otro «regalo»: la desaparición de su mujer. Este hecho, que aconteció en un contexto ya de por sí plagado de otras desgracias (desgracias que sucedieron en el ámbito íntimamente familiar y que, por tanto, no relataremos aquí), supuso que esta etapa se convirtiese, sin lugar a dudas, en la época más negra para el hasta entonces Mano del Conde de Montenor. La versión oficial sobre la ausencia de su esposa (que sigue vigente hoy día), dictada por el convencimiento de su marido -o de lo que decía creer-, afirmaba sin rubor que «Lady Julianne se encuentra en paradero desconocido», sin atreverse a soslayar cualquier palabra que pudiese dar a entender su defunción. Aún así, los rumores se extienden desde Suldabad hasta Fauce Dorada acompañados de un sinfín de teorías contradictorias, a cada cual más hiriente para la atormentada mente del Señor del Claro y para la memoria de la que antaño fue su compañera. Algunos afirman que se marchó, pues no aguantaba a su esposo; otros lo niegan, argumentando que jamás habría abandonado a su hija; los más fantasiosos la tachan de bruja y se apoyan en su supuesta vil naturaleza para suponerle un cruel y aciago final...

Restos

Enthelion y Astrid en la actualidad, en sus horas más bajas (ilustración por @anuanturus)

Se rumorea que, tras la desaparición de su esposa, estuvo encerrado en casa, junto a su hija, y que no salió en semanas; que lo único que emanaba de esa casa era el llanto desconsolado de su bebé y heredera. Pero cuando todo hacía presagiar que las malas noticias cesarían, que se abriría un período de luto y reflexión del que poder salir fortalecido -o simplemente no salir-, una noticia resonó por las cuatro esquinas del Condado de Montenor: Enthelion, que ya había sacrificado su puesto en el Consejo del León para poder llevar a buen término la firma del «Tratado del León Bicéfalo», perdía ahora su puesto como «Mano».

Nada se sabe de Enthelion Cumbre Umbría desde entonces; muchos afirman que «desapareció» unos tres días antes de que tal noticia se hiciese pública, seguramente por haberse enterado por sus propios medios de lo que iba a suceder. Tampoco hay información acerca del paradero de su heredera, ni siquiera del de su bastardo; lo único que ha trascendido y que se sabe a ciencia cierta es que el Claro de Suldabad se encuentra ahora bajo la regencia de alguien de su entera confianza.

Habiendo pasado ya más de un año desde su desaparición, algunas lenguas comienzan a elucubrar sobre lo que podría haberle sucedido. ¿Habrá sido asesinado por intereses nobiliarios?, ¿se habrá quitado él mismo la vida tras tantos reveses del destino?, ¿o simplemente habrá cambiado de modus vivendi para alejar a su pequeña Astrid de los peligros del mundo en que vivía? Nadie sabe cuál es la respuesta correcta, lo único que no admite discusión es que este hombre, de seguir con vida, habría perdido casi todos los ases que durante tanto tiempo guardó en su manga. El hecho de seguir vivo o el lugar donde sea que se encuentre son cuestiones que, al parecer, aún deberán esperar para ser respondidas.

(( Nota. Se dejan los aspectos más reservados e íntimos del personaje sin mencionar, a fin de evitar el «metarrol» en la medida de lo posible. Esto no significa que todo lo aquí expuesto sea de dominio público. ))

Apariencia[]

De este lordanés llama la atención, en primer lugar, su mirada, despierta e inquisitiva. La clava allá donde crea que hay algo de su interés, siendo molestada en ocasiones por algún mechón castaño claro que no tarda en ser apartado por un cabeceo desganado. De tez un tanto pálida, aunque dorada por el sol, y facciones no demasiado duras, muestra cierta belleza que ya comienza, poco a poco, a ser madura.

Porta una barba de varios días, descuidada, al igual que su cabello y atavíos. Éstos constan, en la mayoría de los casos, de ropas cómodas y abrigadas. El cuero y la tela, ambos de colores oscuros, predominan en su ropero. Suele portar capucha y capa, también oscuras. Ésta última parece disfrutar de ondear de aquí para allá, pues a la más mínima brisa comienza a levantarse del suelo con gracilidad, sin hacer ruido alguno. Sus botas rebosan barro y están desgastadas, aunque aún en buen estado.

Esto último no quiere decir que siempre vista así, ni mucho menos. Si bien tal y como se ha descrito anteriormente es como más cómodo se siente, sus quehaceres le mantienen -en multitud de ocasiones- en poblaciones y ciudades, tanto en tabernas de mala muerte como en la misma Corte. Cuando éste último es el caso, hace gala de unas maneras que, si bien no le son naturales, cualquiera saldría convencido de lo contrario. Asimismo, el cambio en su modus vivendi desde que fue nombrado Lord, con una agenda cada vez más tranquila, le obliga a vestir de una manera más cortesana e informal. Y no sólo es que le obligue a hacerlo, sino que en los últimos años parece haberse acostumbrado -e incluso disfrutar- de hacer gala de cierto sentido del gusto vistiendo; combinando ropas elegantes con cierta dejadez a la hora de llevarlas.

Es más alto que bajo y de corpulencia notable, aunque no exagerada. La vivaz mirada e irónica sonrisa -siniestra en ocasiones- que le son naturales, junto a las pintas que acostumbra a llevar, no suelen ayudarle a desprender confianza ni una apariencia conciliadora. Si bien este halo amenazador se ve disminuido cuando va vestido con galas de palacio, no hace más que aumentar con las vestimentas que le son naturales o, aún más, con la armadura que utilizaba en el contexto de su cargo como Mano del Conde de Montenor.

Su arma insignia es una espada de mano y media que suele llevar enfundada en la parte zurda de su cinturón. A menudo la acompaña de una antorcha reforzada con metal, la cual también le serviría como defensa ante filos ajenos e, incluso, a modo de cachiporra. En la parte trasera del cinturón, oculta completamente por la capa (si es que la llevase; en caso negativo sería levemente visible), reposa «Matabandidos», una pistola con llave de chispa que siempre porta consigo. Tampoco se olvida nunca de esconder un pequeño puñal en su bota derecha. Si bien cada vez lo hace en menor medida, sí que tiende a renunciar a la pulcritud y a la elegancia en sus vestimentas a cambio de ganar comodidad y un par de recursos adicionales a la hora de medir sus fuerzas, lo cual se puede apreciar fácilmente en los múltiples remiendos de su pechera, así como en algunas bolsitas cosidas a la altura del muslo.

Es necesario mencionar que todo lo hasta ahora relatado no es seguro que siga vigente hoy día, pues lleva sin dejarse ver desde poco antes de ser relegado como «Mano». Puede, por tanto, que su apariencia siga siendo similar a la descrita, así como que la haya transformado para intentar pasar desapercibido. O, incluso, cabe la posibilidad de que a estas alturas no sea más que un esqueleto pudriéndose en algún lugar de Azeroth.

Carácter[]

Este norteño solía moverse en los bajos fondos aprovechando la fama que se había ido labrando durante los últimos años. Y es que, a pesar de haber sido conocido principalmente por ser la imagen de la Casa Landcaster tras el Conde Adkins Landcaster, siempre se ha estimado que Enthelion era conocedor de los trapos sucios del otrora Barón de Villa del Lago y de la Casa Landcaster en su conjunto, así como el principal artífice de la muerte de algunos de los enemigos de la familia, entre los que figuraban delincuentes de renombre.

Hoy en día, aunque sería una falacia decir que ya no se junta con «el pueblo llano» -o con el escalafón más degradado de éste-, sí que es verdad que lo hace en mucha menor medida. Frecuenta más los niveles medio y alto de la sociedad, normalmente por obligaciones del cargo o, qué diablos, porque se ha hecho a la buena vida; y es ahí donde se muestra educado o mordaz, según corresponda, dejando patente altas dosis de falsedad bien disimulada y una interpretación excepcionalmente ejecutada que convencería a cualquiera de que, de noble, no sólo tiene el título.

Su carácter como tal es apenas conocido, quizá por un puñado de personas muy cercanas a él: su esposa, el difunto Lord Adkins, sus hombres de confianza... Sea como fuere, cualquier habitante del Condado de Montenor ha oído hablar de él lo suficiente como para hacerse una idea -quizá equivocada- de quién es Enthelion Cumbre Umbría, y es que la reputación del lordanés no supone un buen caldo de cultivo para inspirar la confianza de aquéllos que aspiran a acercarse a él por primera vez.

Familia y allegados conocidos[]

Familia[]

· Vera Cumbre Umbría, alias Julianne - esposa (desaparecida)

Vera Drake

Vera meses antes de su matrimonio; aún apellidada «Drake» (año 30 d. P.)

· Andrew Niebla - bastardo (desaparecido)

Andrew Niebla-0

Andrew Niebla en su tercer cumpleaños (año 32 d. P.)

· Astrid Cumbre Umbría - hija (viva)

Primer cumpleaños de Astrid Cumbre Umbría

Astrid Cumbre Umbría en su primer cumpleaños (año 33 d. P.)

Allegados conocidos[]

· Adkins Landcaster - antiguo señor feudal; se estima que Enthelion le profesaba verdadera amistad y plena fidelidad, aunque -como siempre- hay rumores que afirman que esa fidelidad no era tal (fallecido)

· Eliane Talbot - antigua aliada y madre de su bastardo Andrew Niebla; se cree que entre ambos hay una mala relación (viva)

· Eileèn Ferrobravo - mujer de Vayron Ferrobravo; fue su protegida hasta que éste (Vayron) regresó del frente (fallecida)

· Ierónimus Emundans - prelado de Suldabad y líder espiritual de la región; se sabe a ciencia cierta que es de la plena confianza de Enthelion (vivo)

· Lareon Roca - antiguo aliado; se rumorea que traicionó la confianza de Enthelion (muerto)

· Randyll Lambert - aliado; relación extraña en cuanto a los diferentes caracteres de sus protagonistas. A pesar de ello, fructífera en cuanto a sus resultados.

· Tythos Landcaster - actual señor feudal; antiguo Cuervo al servicio de Enthelion (bajo el nombre de Nairond Linoblanco) y actual Conde de Montenor; se rumorea que tienen una relación cuasi paterno-filial tras tanto tiempo codo con codo (vivo)

· Timotheus Gregoric - allegado; se desconocen más detalles aunque se comenta que tenían una gran relación (desaparecido)

· Váelor Ferrobravo - hijo de Vayron Ferrobravo; fue su protegido hasta que éste (Vayron) regresó del frente (se desconoce su actual estado)

· Váyron Ferrobravo - antiguo aliado; se estima que Enthelion le profesaba amistad y fidelidad hasta que traicionó sus votos (vivo)

· Vivienne Hawkins - aliada; se cree que hay un buen y provechoso entendimiento entre ambos (vivo)

· El resto del séquito Landcaster; relación desconocida ((en este punto no se darán detalles, pese a que hay otros personajes muy importantes en la vida de Enthelion, con el fin de no aportar más datos de los necesarios que puedan interferir en roles como los que solemos interpretar, de intrigas e intereses)).

Tema del personaje[]

Como tema del personaje añado el himno de Casa Umbría, ente nobiliario presidido por el lordanés que nos ocupa desde su boda con la señorita Vera Drake (conocida como Julianne), unión que tuvo lugar en la catedral de Fauce Dorada y que fue presidida por el Páter y Diácono de la Iglesia de la Luz, Horus Silvela.

Himno_de_Casa_Umbría

Himno de Casa Umbría

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