Alisebeth Delaroi
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Información del personaje | |
Servidor | Tyrande |
Título | Burguesa |
Género | Femenino |
Raza | Humana |
Edad | 26 años |
Clase | Bruja |
Alineamiento | Caótico Malvado |
Ocupación | Bruja del Aquelarre |
Lugar de nacimiento | Boralus, Kul Tiras |
Residencia | Reinod e Ventormenta |
Estado | Viva |
Trasfondo[]
El nacimiento de Alisebeth no vino acompañado de buenos augurios, ni de trágicos sucesos; ni tampoco la niña salió a destiempo. Simplemente, nueve meses de que la semilla de Guilhelm Delaroi, kultirés perteneciente a una nueva y reciente burgesía de abuelos vendedores de especias, se implantara dentro de Isabella duPoitou, nació el esperado fruto de su amor. La bautizaron bajo el nombre de Alisebeth Victoire, puesto que toda la Alianza de Lordaeron a la que ellos pertenecían esperaba ganar la Segunda Guerra. Comandados por Uther el Iluminado, el Primer Paladín, los veteranos guerreros de la Alianza lograron aplastar a los orcos en su propia guarida, pero a un alto precio, puesto que Anduin Lothar murió en la batalla. La familia Delaroi, firme y leal a la Alianza, celebró la victoria sobre los orcos, pero la pequeña Alisebeth no parecía entender sus celebraciones, ya que pertenecían a la índole de la política. Merced de varios regalos en oro y plata, la familia Delaroi había ganado un pequeño feudo en la recién obtenida isla de Tol Barad, emplazada en la bahía de Baradín, un gran enclave comercial, que los Delaroi empezaron a utilizar para sus transacciones mercantes con la Alianza, lo que conllevó un enriquecimiento de la familia en los dominios del Almirante Daelin Valiente, señor y rey de facto de Kul'Tiras.
Alisebeth, pues, fue instruida en el protocolo, las maneras y los menesteres que toda dama de determinada alcurnia ha de manejar alguna vez en su vida. Guilhelm estuvo muy ausente en toda la juventud de Alisebeth, puesto que era un hombre muy ocupado con los asuntos comerciales de la familia. La base de su educación fue su madre, una mujer tan ambiciosa como ella, que no contenta con las ocasionales visitas de su marido a la alcoba, yacía con otros hombres de menos poder o riqueza cuándo éste no estaba en la mansión de la familia, cerca de Boralus, que era la mayoría del tiempo. Cuándo llegó a la edad de doce años, Alisebeth demostró, al fin,sus ignotos poderes sobre la Magia y prendió fuego por error su cara habitación, su padre, preocupado, pidió consejo al consejero mágico del Almirante Daelin. Éste, sin tapujos, le dijo al señor Guilhelm que su hija, Alisebeth, tenía talento y predisposición para la magia, y que si quería actuar con prudencia y de forma comedida, debería mandar a su primogénita a Dalaran para que estudiara magia. Al no tener hermanos, Alisebeth era la heredera del patrimonio de los Delaroi, pero su carrera mágica, según su padre, quizás entorpecería su dominio sobre las líneas de comercio en la que la familia tenía poder y por las que Guilhelm tanto había hecho. Así pues, Guilhelm procuró disponer de un hermano para Alisebeth que se encargara del enaltecimiento de la familia cuándo él muriera y ella estuviese en Dalaran. A los pocos meses, mientras la joven heredera se preparaba para marchar a Dalaran, nació el que sería el primogénito de la familia: Alberth. Su padre, ya contento con su nuevo hijo, mandó a Alisebeth con fría indiferencia a la ciudad de Dalaran, junto con su esposa, Isabella, que quería ver la ciudad.
A las pocas semanas de viaje, Alisebeth llegó a la ciudad de Dalaran, acompañada por su bella madre Isabella y por una guardia vestida de oro y pardo. Férreamente instruida en ese recuerdo acerca de su abuelo, Alisebeth luchó y luchó en Dalaran por destacar como la aprendiza de un mago gnomo, muy comedido y paciente que no entendía la prisa y sed de conocimiento que su joven discípula tenía. En unos años, Alisebeth llegó a arañar los secreto mágicos de la viva y poderosa magia del fuego, escuela de la cuál formarían parte de la mayoría de hechizos que usaría en el futuro.
Tras la Tercera Guerra, y la llegada del vil Archimonde a Dalaran, Alisebeth huyó de la ciudad antes de la llegada de la Plaga. Desde la lejanía en las Montañas de Alterac, acompañada por varios aprendices, vió como la ciudad de la magia y el conocimiento se derrumbaba como un castillo de naipes. Lo que más le fascinó fue el poder de Archimonde, que con un solo gestó hundió más de mil años de trabajo arduo. La única muestra de cooperación entre gnomos, humanos y altos elfos se desvaneció en un día. Alisebeth ya no tenía hogar, y tuvo que buscárselo ella sola. Los aprendices de magia, inútiles todos ellos para Alisebeth, fueron abandonados en el frío y la escarcha de Alterac, dónde perecieron de inanición, helados y traicionados por su condiscípula, Alisebeth, qué, mostrando su cabezonería, marchó ella sola a Ventormenta. Por el camino pasó por Arathor, donde casi pereció a manos de un guerrillero desertado de la Milicia, que intentó forzarla a acostarse con él. El guerrillero murió, merced de un hechizo de un libro de conjuros que había robado de la Biblioteca de Dalaran, en mitad del caos que acaeció con el ataque de Arthas y la muerte del gran Antonidas a manos del Rey de Lordaeron.
Finalmente, llegó a Ventormenta, tras muchas penurias y sangre, acompañada de un paladín errante y un mago, a los cuáles abandonó en la ciudad nada más llegar. Se puso en contacto allí con sus padres, los cuáles le asignaron una nada desdeñable cifra de dinero y bajo la cuál vive en la capital, tranquila, serena y ajena al mundo... hasta ahora. Recientemente, se ha puesto en contacto con el Aquelarre de Brujos de Ventormenta, dónde busca aprender los poderes de la magia vil, abisal y oscura, y terminar de afianzar sus dotes pirománticas. Además, con la suma de dinero concedida por su familia, los Delaroi, sirve de mecenas a artistas y escritores a los cuáles financia si ve que son buenos en lo que se dedican. Por no mencionar, de que le encantan las causas perdidas y románticas.
Apariencia[]
Ante ti, se encuentra una hermosa mujer joven. Lo primero que destaca en ella es su fino y delicado porte, que transmite una sensación de seguridad. Sus andares comedidos, dan a entender que ella misma sabe que es toda una belda. Dispone de una larga melena bermeja, que suele adornar con ornatos, coronas, afeites y pendientes de caros materiales que solo un miembro de la burguesía de Kul'Tiras puede ganar con su dinero manchado con la mugre de los comerciantes.
Su afrodisíaco cuerpo parece una misma oda a la belleza terrenal, encarnada en las virtudes carnales que ella misma luce en su voluptuosa figura femenina. Sin embargo, no es una mera calcomanía del viejo arte, si no que Alisebeth presenta una altura menuda, que no hace más que acentuar sus ya acentuadas dotes femeninas, heredadas de su madre. En respecto a la ropa, Alisebeth suele presentarse siempre bajo la última moda ventormentina, insinuando contornos, acentuándolos con corsés de alta calidad, o simplemente dejando poco a la imaginación mediante su tentativo cuerpo repleto de curvas de ensueño. Dispone, además, de unos carnosos labios rojos cómo la sangre, que incitan al susurro quedo. Por no mencionar, además, su piel blanca cómo la leche, que acentúa sus ya bermellones cabellos, y sus labios rojos, normalmente repletos de carmín que recuerda al líquido vital que fluye por sus venas. Suele usar un fragante perfume con olor a rosas.
Para demostrar su pertenencia al orgulloso, pomposo y soberbio estamento noble, suele maquillarse con cosméticos carísimos, traídos desde el lejano Kalimdor y las islas de los mares del sur, repletas de especias, colorantes y menesteres para mujeres cómo ella, a las que no les importa de dónde viene, si no, qué hace. Sus sustanciosos pómulos normalmente suelen estar maquillados con tonos rojizos, dando una sensación de que el voluminoso y curvilíneo cuerpo hecho para trasgredir todas las leyes de la Iglesia de la Luz que impetran a la castidad, a la carencia de lascivia y a una vida célibe.
Carácter[]
Alisebeth es una mujer muy atractiva, y eso se afana en demostrar con su cuerpo, sus ropajes y sus maquillajes. Su solo aspecto físico ya deja entrever que es una mujer de gran soberbia, con una gran altivez y presunción. Sin embargo, pese a que sabe que es una mujer superior a todo el mundo, por lo que siempre luce la cabeza bien alta. Sabe bien lo que quiere, que es aumentar el prestigio de su familia en el Sur, dónde reside actualmente. Al menos, eso suele decir cuándo le preguntan, salvo que sea un hechicero que ha ido por la senda de las artes oscuras a los que ella tanto adora. Su estilo de vida hedonista, lujurioso y firmemente placentero le ha llevado a caer en una espiral de ambición y búsqueda de placer desenfrenado, en lo referente a la energía vil. Sus objetivos son claros: desea ser una de las mayores brujas de la Historia; ser recordada como una reina, poderosa, temible, pero benevolente a su vez, siempre bella y etérea; ser el ejemplo de las niñas en público; ser el objeto de deseo de todo el mundo y provocar que todo brujo y brujo ansíe ser su emulo. Dispone de recursos, pero es extremadamente caprichosa, puesto que cuándo sea algo, lo querrá inmediatamente. Le encanta sentirse deseada. Ama las causas perdidas, el romanticismo y las batallas que al parecer no se pueden ganar.
Además de todo eso, dispone de una gran ambición, puesto que haría cualquier cosa por lograr ascender en la escala del mundo de la hechicería y oscuridad. Sin embargo, no se considera malvada, si no que cree que su punto de vista debe de ser el único punto de vista que todo el mundo tenga, e intentará imponerlo a sus seres cercanos, pero no por la fuerza, puesto que aún es una codiciosa aprendiza en las artes de la brujería. Sin embargo, pese a que su filosofía de vida es "el fin justifica los medios", dispone de una gran variedad de sabiduría obtenida por los libros de su anciano padre, del cuál ha heredado una gran pasión y amor por la palabra escrita, sobre todo en los poemas de corte romántico, los cuáles adora. Su color favorito es el púrpura, seguido por el dorado, los cuáles siempre tratará de lucir en los caros hilvanamientos de caros ropajes. Se suele preocupar mucho por su aspecto, por lo que se deduce que es una mujer coqueta.
Familiares[]
- Guilhelm Delaroi: Padre.
- Isabella Delaroi: Madre
- Alberth Delaroi: Hermano