Ártick Frascovil Manivelo
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Información del personaje | |
Servidor | Los Errantes |
Apodo | Frascoglauco |
Título | Científico del mal |
Género | Masculino |
Raza | Gnomo |
Edad | 130 años |
Clase | Brujo |
Alineamiento | Malvado legal |
Ocupación | Alquimista |
Lugar de nacimiento | Gnomeregan, Dun Morogh |
Residencia | Laboratorio Frascoglauco |
Afiliación | Exiliados de Gnomeregan (antiguamente), Kirin Tor (antiguamente), Llama en la Oscuridad (en un futuro muy próximo) |
Estado | Vivo |
Trasfondo[]
Nacido en el seno de una familia de ingenieros "de toda la vida", con muchos hermanos y todavía mas primos si cabe. Se sabe que en su infancia le pagaron los estudios de ingeniería, pero le daba por no atender porque no le gustaba el olor del aceite, y la forma de los piñones le resultaba grotesca, en una ocasión llegó a meterse uno por la nariz. Era obvio que ese no era su futuro...
En lugar de ingeniería, decidió versarse en la alquimia. Su padre nunca apoyó su decisión de hacerse alquimista porque en su familia siempre habían sido ingenieros y el valía para mas. Recién llegado a la adolescencia, a sus cuarenta años, realizó el que sería su primer proyecto y con el cual se ganó su apodo Frascoglauco, una sustancia medio verdosa medio azulada que en teoría al ser ingerida causaba los mismos efectos que un tinte capilar, pero con claras mejoras, como una disolución barata y sencilla o un color mas vivaz. Tras probarla, los primeros días surtió efecto, pero con el tiempo se dió cuenta de que los efectos eran irreversibles y que a la larga sufriría considerables entradas, por lo que su padre cogió y lo peló al cero para que no pareciese un viejo demente.
Se ganó la mofa de sus compañeros de facultad, que lo llamaban "El Bombilla Verde" pues el pelo no dejaba de crecerle de formas nada estéticas. Un día, frustrado, cogió sus cosas y se marchó de Gnomeregan, jurando vengarse de sus viles compañeros de clase.
Emprendió su marcha al norte, a la ciudad estado de Dalaran, hogar de estudiantes de magia. El todavía joven gnomo cayó en gracia a un elfo de sangre llamado Valfiron Dedosarcanos, que se ofreció a adoptarlo como aprendiz y de paso, mayordomo. En unos largos y duros años para el joven gnomo, aprendió algo de las artes mágicas del elfo, que parecía mas bien utilizarlo para que le limpiase la casa y le sacase de paseo al zancudo mientras el elfo se llevaba a sus otras aprendizas elfas de sangre el por qué lo llamaban Dedosarcanos. Cansado de trabajar gratis para el orejas puntiagudas y aprender apenas un par de hechizos inútiles, Ártick decidió hacer caso a otro elfo de carácter mas centrado, Sayln Capucha de Bruma. Este último, llevo al retaco estudiante de magia por sendas mas fáciles y, a decir verdad, mas efectivas que las enseñanzas de Valfiron.
Habían pasado ya veinte años en el norte, la mayoría bajo la tutela del sombrío elfo. Un día, Sayln fue detenido por la guardia arcana de Dalaran, y acusado de llevar a cabo y enseñar artes prohibidas por las leyes de la ciudad. Se demostró tales hechos ante el magócrata, fue ejecutado y comenzaron a buscar al aprendiz del reo. Nadie señalaría al simpático y gracioso gnomo, excepto Valfiron, que conocía este entramado pero guardaba silencio entre sus voluptuosas aprendices. Frascoglauco, temiendo ser delatado por su antiguo mentor elfo, robó los grimorios y libros de Capucha de Bruma antes de que fuesen quemados, y se los quedó para seguir estudiando las artes oscuras por su cuenta, mientras de cara a la sociedad se trataba de un inocente gnomo arcanista incapaz de conjurar un cubito de hielo en un refresco sin cargarse el recipiente en el proceso. Esto no podría durar eternamente, así que decidió que el exilio y el estudio por su cuenta sería mas seguro que permanecer en la capital arcana.
Pactó con una concubina para engañar a Valfiron, el candente instructor elfo. Prometió a la elfa ir a medias en el plan, y mientras esta le seducía, Ártick llenaría la casa del irresponsable Valfiron con todo el material ilegal de Sayln, grimorios, pergaminos y figuras demoniacas. Acusó tanto a la elfa como a Valfiron de poseer manuscritos oscuros y de compartir conocimientos prohibidos de forma corrupta, con lo cual fueron apresados, y sin poder demostrar la presencia de todo ese material en casa de Valfiron, fueron desterrados. Mientras tanto, el cada vez mas astuto Ártick se habría quedado con la casa del elfo que antaño abusaba de su confianza. La vendió y con el dinero resultante fundó el que sería su laboratorio, El Laboratorio Frascoglauco, en Tuercespina, abandonando sus estudios en Dalaran, pero sin olvidar lo aprendido.
Al sexagenario gnomo Ártick todavía le quedaba un objetivo por cumplir, su codiciada venganza ante sus compañeros de aula. Las risas sobre su reluciente calva y sus matojos de pelo verde semejantes a un chorro de pimiento exprimido y solidificado todavía resonaban traumáticamente en su cabeza. Volvió a la ciudad gnómica, donde fue bien recibido por familiares y conocidos. Sin dudarlo ni un segundo, fue al taller de los que por entonces eran sus antiguos compañeros de clase y les maldijo, provocando que en unas horas su piel se cayese a tiras, literalmente. El Robojurista 2.000 (todavía en fase beta) determinó, a causa de falta de pruebas determinantes pero existiendo testigos visuales, que Ártick era culpable de, alguna manera u otra, causar lesiones irreversibles a ingenieros y mecánicos de Gnomeregan. Fue sentenciado al destierro de su capital y a pagar desorbitadas multas que le obligaron a cerrar su laboratorio.
Sin medios para sobrevivir, decidió volver a Dalaran, donde podría dedicarse a algo afin a él. Con el tiempo acabó trabajando para la Botica Agronómica como alquimista agregado, con un sueldo a juego con su estatura y retomando los estudios en magia arcana con un tutor bastante chapucero, tanto que ni se percató de la magia que el gnomo conocía. Treinta años permaneció en Dalaran, hasta que un suceso sacudió el mundo.
El Portal Oscuro se había abierto en el sur de Azeroth. La Primera Guerra fue librada y los resultados de esta llegaron como noticia hasta Dalaran. Ártick se mostró deseoso de estudiar esta construcción mágica que parecía enlazar con otro mundo, y empezó a ahorrar para financiarse un equipo de investigación acorde a sus capacidades y un viaje en condiciones. No tuvo que ahorrar demasiado pues en cuestión de años, la Segunda Guerra estalló y se vió forzado a retirarse a Lordaeron, Ciudad Capital. Siguió a los hechiceros de Dalaran haciéndose pasar por aprendiz de mago de batalla, repeliendo a los orcos de vuelta al Portal Oscuro tras la segregación interna en las filas orcas. Se le ofreció la posibilidad de seguir a la Expedición de la Alianza y los Hijos de Lothar a Terrallende, a investigar lo sucedido mas allá del Portal Oscuro y combatir a la raza orca, posibilidad que aceptó encantado. No iría con la Expedición de Toshley pues Gnomeregan seguía manteniendo su destierro sobre Frascoglauco, por tanto viajo junto al Kirin Tor, asentándose en el Poblado Kirin'var.
Una vez allí, y tras el cataclismo de Draenor, abandonó al Kirin Tor para realizar investigaciones y estudios por su cuenta en Terrallende y el Vacío Abisal. El Kirin Tor le declaró desertor y proclamaron su destierro de Dalaran por descubrirlo llevando a cabo artes prohibidas. Por suerte, la bomba de maná de Kael'thas arrasó el Poblado Kirin'var, y lo único que quedó constancia de lo allí sucedido con Frascoglauco fue la carta semiquemada, donde dejaba claro que se le desterraba por desertar.
Pasó casi veinte años vagando por Terrallende, inmiscuido en sus estudios e investigaciones. Invocó y pactó con numerosos demonios que facilitaron su supervivencia en el planeta devastado. El Portal Oscuro volvio a abrirse entonces, y despues de compartir noticias con la nueva Alianza, optó por terminar su trabajo Terrallende antes de volver a Azeroth. Acabado esto, cumplió su promesa y volvió a un Azeroth bastante distinto al que él abandonó. Poco después del descubrimiento de Pandaria y mucho menos de la caída de Garrosh viajó al reino humano de Ventormenta, donde se puso al día en las bibliotecas reales. Gracias a sus evolucionadas artes oscuras pudo conseguir con cierta agilidad una modesta suma de oro entrenando clandestinamente a brujos novatos. Con ese oro reabrió su abandonado Laboratorio Frascoglauco en Tuercespina y con los beneficios de este, trata de expandir poco a poco su negocio, a su vez, con los beneficios del negocio, tratará de obtener poder.
Probó la corrupción con ansias de venganza, su precio fue el destierro y el rechazo no solo en la ciudad de su propia raza sino también en la capital de la magia. Ahora, su único objetivo es hacerse mas poderoso a toda costa para poder vengarse del Kirin Tor como hizo con sus compañeros de infancia. Sus medios, la alquimia y la manipulación. Su último recurso, La Alianza.
Murió tras realizar un peligroso ritual de invocación en el Marjal Revolcafango para convocar a Tjun'dev, un poderoso observador de la Legión Ardiente. Prometió al ente demoníaca las almas de toda una compañía mercenaria, a lo que el demonio no se mostró especialmente entusiasmado, pero en cuanto se dió cuenta de que las runas de contención del ritual del gnomo estaban mal inscritas, no dudó y lo fulminó con un devastador rayo ocular. Posteriormente, devoró su alma, drenó su maná y trituró el cuerpo del endeble gnomo, que ya se hallaba débil. El único testigo de esta muerte fue Wikrik, el diablillo vil que contempló el hecho y huyó despavorido.
Apariencia[]
Pequeño hasta para ser un gnomo. Flaquito y con algo de barriga, se nota que su vida no ha sido dedicada a lo militar. De ojos grandes y violáceos, inducidos a tal color por la magia arcana. Pelo verde profundo, de cantidad mas bien escasa. Se comenta que en ocasiones usa pelucas o barbas postizas. Piel muy pálida. Una nariz de considerable tamaño se erige cómicamente en su rostro. Tiene una voz bastante aguda. Tiende a ser acompañado por criaturas de compañía.
Carácter[]
Desagradable y un tanto arrogante, pero siempre cómico con esa pizca de ironía y sarcasmo que utiliza para llevar las conversaciones por donde le interesan. En ocasiones su carácter se aproxima mas al de un goblin, pues intenta sacar tajada de todo, aunque su apariencia y su tono de voz parezcan indicar lo contrario. A veces sufre delirios de grandeza, y otras solo delirios y ya. Siempre transmite una actitud egocéntrica pero desenfadada, pero cuando se topa con alguien mas grande que el tiende a adoptar complejo de inferioridad. Su constante contacto con entidades demoniacas, energías oscuras y demás parafernalia sombría lo ha vuelto algo trastornado. Pero a fin de cuentas, ¿quien sospecharía de algo tan adorable como un gnomo?
Familiares[]
Su añejo padre, Iñigus Manivelo, todavía le sigue dando la lata con que se le va a pasar el arroz, que va a acabar como su señora abuela apoltronado en un sillín del tranvía con función de vibración y que estudie ingeniería que la alquimia es de frotabombillas.
Su madre, Manolina Pernograsiento está ingresada en una residencia para gnomas de cuarta edad (la tercera edad se le hacía pequeña) la cual están pagando a medias entre él y su padre muy a regañadientes, solo por compromiso de hecho.
No se sabe en qué momento exactamente, pero se comenta que el residuo viscoso que a veces acompaña a Ártick puede tratarse de lo que queda de uno de sus primos o hermanos.